lunes, 24 de octubre de 2011

236. OTRO ASESINATO DEL MARQUÉS (QUILLS - 2000 - PHILIP KAUFMANN)

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Una cosa es que en la adolescencia del cine los americanos hicieran películas de romanos sin saber donde pillaba Roma, o del Cid Campeador invitando a copas a Menéndez Pidal, y otra muy distinta que en el siglo XX se haga cine sobre personajes históricos haciendo mangas y capirotes hasta de la Wikipedia. Ya vale, caramba, o vamos a acabar pensando que todos los que hacen cine son idiotas.



Lo de QUILLS contando los últimos años de la vida del Marqués de Sade, no hay por donde cogerlo. Es de vergüenza ajena. Todo el equipo participante en ese atropello (año 2000), con el director Philip Kaufmann a la cabeza debería pagar por ello. O al menos es lo que trato de hacer con estas cuatro líneas: que carguen con la vergüenza de hacer vivir al Marqués de Sade el tipo de truculencias que podía haber imaginado en sus escritos.

Al Marqués no hay quien le lea más de diez páginas. En cuanto pasa del sexo a la violencia, y eso suele ocurrir enseguida, sus libros se le caen a uno de las manos. La idea de que el sexo nos libere de la religión y se contraponga a ella es tan atractiva, que lo peor de Sade es que la arruine tan pronto cortando lenguas, violando niños o imaginando barbaridades en torno al placer o la liberación que contiene el sexo. Pero eso no justifica usarle a él del mismo modo. Y menos, por gentes instruidas. Gentes del siglo XXI.

Una prueba de lo mala que es la película es que Kate Winslet parece hasta buena. Con eso está dicho todo.

A ver, sí, seamos positivos y salvemos algo: por ejemplo, la cara de muñeca de la actriz secundaria Amelia Warner.



Aunque... yo no salvaría ni al apuntador.
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