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martes, 1 de marzo de 2016

813. CHARLES LE BRUN



Pasando un verano en Bois d'Arcy, cerca de Versalles, turisteamos un buen día a Vaux le Vicomte y supimos de las glorias y desventuras de Nicolas Fouquet (el Bárcenas de Luis XIV) y de la usurpación que le hizo el rey de dos de los creadores que habían contribuido a la decoración de esa joyita: en los jardines, Le Notre, en la pintura decorativa, Charles Le Brun.


Ni que decir tiene que estando al lado de Versalles, pasamos también muchos días allí. Lo teníamos tan cerca que íbamos en bicicleta a hacer picnic justo al fondo del gran estanque.


Y aunque visitamos varias veces el palacio, es todo en él tan abigarrado y tiene un ambiente tan turístico y mareante que te hace perder la perspectiva de los hombres y las cosas concretas.


Por eso ha sido una gran suerte descubrir de nuevo y por casualidad a Charles Le Brun, gracias a la visita de una exposición en Caixa Forum de Barcelona (5 de febrero del 2016). En ella se mostraban los cartones preparatorios de las pinturas de la Sala de los Espejos y de la desaparecida Escalera de los Embajadores, es decir, las plantillas del proceso de trabajo, y como se podían ver de tú a tú y no mirando hacia los altos techos, no salías de asombro sobre el tamaño de los dibujos y de la soltura del trazo.


La exposición estaba muy bien organizada con las explicaciones de los paramentos donde están las pinturas para las que se hicieron los cartones, pero entrar en ese tipo de detalles en el curso de una visita es una tarea tan fatigosa, que mucho mejor verlo en el excelente catálogo que editaron para la ocasión y que yo compré para la Biblioteca de mi Escuela.


Siempre he sido un defensor de la pintura subsidiaria de la arquitectura, es decir, de la pintura decorativa. Pero como nos educaron justo al revés, es decir, privilegiando a los artistas que empezaron a pintar para los museos, el gran Charles le Brun ha sido un desconocido.


De una exposición no puedes hacer un trabajo sino quedarte con algún tipo de anécdota, como por ejemplo la de un dibujo del Rey Desnudo, toda una alegoría tratándose del rey más ególatra que ha existido.


 No sabía que Charles le Brun había sido uno de los pintores y estudiosos más interesados en la fisiognómica, así que para mi biblioteca me traje el pequeño librito con los apuntes de las conferencias que dio en la Academia sobre la materia.


Y como una cosa lleva a la otra, descubrí así a su antecesor en la materia, el italiano Giacomo della Porta, el arquitecto de la iglesia de Il Jesu en Roma y autor de esta comparativa:

Los textos de las conferencias de Le Brun son curiosos pero las pequeñas láminas son más impresionantes:



No hice fotos, así que todo el material que me ha servido para contar esta visita y dar lugar a Le Brun en mi blog está cogido directamente de imágenes google. Espero que nadie se moleste y que quienes cuelgan imágenes en internet se sientan pagados con este tipo de comentarios.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

637. TODAS LAS MAÑANAS DEL MUNDO - 1991 - ALAIN CORNEAU



Desde la primera vez que vi esta película cuando se estrenó en los cines (1991) lo que más me interesó de ella no fue el rollo maravilloso de la música que a todo el mundo le encanta (véase críticas de filmaffinity) sino el tema de la cabaña que nadie en absoluto menciona. ¿Por qué un tío que tiene una enorme y maravillosa casa se hace construir una cabaña en el jardín para pasar allí la mayor parte del resto de sus días?

El caso es que ayer me encontré en la calle con el anterior director de mi Escuela, ya jubilado, y me contó que desde hace unos años estaba metido en una locura de proyecto: en la rehabilitación de una enorme casa de setecientos metros cuadrados, resultado de la unión de tres anteriores. ¿Jubilado y haciéndote una gran casa? dudé, y entonces le pregunté si había visto TODAS LAS MAÑANAS DEL MUNDO, porque cuando uno se jubila, cuando la vida te jubila, a mi me da que la casa que debe hacerse uno es una cabaña. No la había visto y al rato me pidió por mail sus datos para localizarla, con tal suerte para él (y para el lector que le interese) que hasta le pude pasar el enlace de youtube donde está.

No sé si la verá y le gustará, pero lo cierto es que nosotros volvimos a verla de nuevo, y digo de nuevo porque no sólo la vimos en los cines cuando se estrenó sino luego también en el 2008 cuando yo empezaba a dejar de ser músico.

Anoté entonces lo mucho que me cargó el asunto de la mística de la música al más alto nivel, es decir, toda esa impostura del artista que posee el don (Saint Colombé) y toda esa fe en la mística de la música de quien desesperadamente la busca (Marin Marais / Gerard Depardieu). Un par de personajes bastante melones que carecen de cosas tan elementales como el humor o la sencillez. Un par de personajes que en vez de llevarme hacia la buena música que trae la película, se interponen y dificultan el placer que me pueda causar.

Para mí que todo eso es encima falso. Que todo eso de la mística de la música es un invento del romanticismo que hemos heredado y engrandecido en esta época sin mística, y que en la época de Saint Colombé y de Marin Marais estaban muy lejos de pensar o de ser así.

Pero en fin, ya la he visto tres veces y no me importaría verla más porque sea por la cabaña, sea por la música, sea por la belleza de la casa y la campiña francesa, es un placer pasar una velada viendo cosas tan bonitas y sugerentes. Así que si mi presidenta me lo permite, le voy a dar dos** estrellas sPyPcin.

E incluso más. Voy a hacer diosas sPyPcin a las tres mujeres, aunque sólo sea por el mundo que representan: el de la belleza muda estática de una pintura (la esposa muerta y... aparecida con la música, ay ay,que se me cae una estrella...), CAROLINE SIHOL


el de la melancolía (la hija mayor) de una situación y de una condición humillante, ANNE BROCHET:


y el de la esperanza y la alegría: (la hija pequeña) a pesar de todo, CAROLE RICHERT


ambas dos perfectamente representadas cuando niñas por el encargado del casting:


Otros momentos magníficos de la película (que ayudan a sujetar la segunda estrella), el larguísimo primer plano de GERARD DEPARDIEU con que empieza sobre los a la vez sugerentes y estúpidos reproches  que les dicen sus profesores ayudantes a los alumnos de viola de gamba.


Y un fotograma (un instante) para no olvidar (siento no haber podido obtener uno mejor en la red): el de la orquesta que dirige Gerard Depardieu en Versalles. Magnifíco:



Pongo dos fotogramas más de la cara de tronado de JEAN PIERRE MARIELLE haciendo de Saint Colombé para apoyar mis argumentos...



... y acabo por donde he empezado, es decir, por la cabaña, el asunto que más me atrae sin lugar a dudas de toda la película.