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lunes, 12 de noviembre de 2012

476. GHOST WORLD - 2001 - TERRY ZWIGOFF



Primer gran exitazo de la era HawkmenBlues. No es una película diez (hay algunos momentos en que la historia se estanca y para mi que le sobran las dos tomas últimas) pero te lo pasas divinamente viendo a las típicas dos gamberras de clase completamente perdidas cuando la High School las echa al mundo. Decía que la película se estanca en algún momento, pero también digo que cuando notas que la historia avanza tienes esa sensación tan estupenda de cuando analizas los días en que crees que no pasa nada y descubres que siempre pasa algo. Siempre pasa algo.

Según avanza la película, las dos gamberras juveniles se quedan en una, THORA BIRCH,



lo que está muy bien porque a SCARLETT JOHANSON aún le faltaban algunos hervores hasta su portentosa aparición en MACHPOINT (película que no me gustó pero que no podré nunca olvidar por la "aparición" de Scarlett). Por definición, una gran película tiene que hacernos enamorar de una mujer, no de dos.

Como el guión de la película proviene de un cómic, lógicamente THORA va centrando su interés en los frikis de su ciudad, y nadie mejor que STEVE BUSCEMI para el papel. Hasta le dieron un premio.


El otro friki es el que resuelve la película, ese personaje que todos hemos conocido alguna vez: La loca de la plaza de Arriquibar, o la loca en el olvido de la canción de Maná. Un personaje como el de THORA no cabe en una ciudad de provincias. Para abandonar la adolescencia necesita algo que nadie puede decir. Pero que una gran película siempre sugiere al final.

Aquí el artista, TERRY ZWIGOFF.



viernes, 16 de marzo de 2012

361. LA PIANISTA - 2001 - MICHAEL HANEKE



Nos pasamos la película discutiendo si la habíamos visto o no: la presidente del cineclub que sí, y yo que no, que imposible, que me hubiera acordado de alguna imagen, de alguna escena, de algún personaje. ¿Puede olvidar uno completamente, totalmente, absolutamente, una película? Podría ser esto un caso para un psicoanalista, pero como no pienso pagarlo, la solución no la tendré hasta el 2023, cuando me pueda preguntar si once años después de haberla visto ahora recuerdo algo, o recuerdo por lo menos haberla visto.

Argumento yo que no podría haberla olvidado porque la película trata de dos temas que me han interesado muchísimo en los pasados años: los tormentos de la enseñanza de la música clásica y el desplazamiento de las relaciones sexuales hacia la sumisión/dominación. Y aunque hubiera podido olvidar la segunda parte, la primera hora, la de las miserias de los profesores de música, no se me podía haber olvidado nunca porque la he visto y vivido en primera persona y porque el retrato que hace de ello la película es magistral. Digo que la segunda parte es fácil que la hubiera podido olvidar porque es mala de narices. O mejor dicho, porque los temas de sumisión/dominación sólo me interesan como enriquecimiento de las relaciones sexuales, y absolutamente nada como patología de las mismas.

En cierto sentido es coherente un relato en el que las miserias de la enseñanza de la música y las patologías sexuales de los profesores sean dos caras de la misma moneda, pero con el primer retrato me basta y sobra. La segunda hora me produce tal desagrado y repulsión que a nadie por el que sienta cierta estima recomendaré verla.

Cuando le dieron el Nobel a la austriaca Elfriede Jelinek (que es la autora de la novela en la que se basa la película), la presidente de nuestro cine club se compró muy alegremente una novela suya, para decir al poco tiempo que la novelista en cuestión tenía una empanada mental digna de una austriaca. Pues bien, la empanada del director de LA PIANISTA, el también austriaco Michael Haneke, no le debe de ir a la zaga, y es que, cuando las acciones devienen caprichosas y se pierde el hilo de la razón, las películas se vuelven tan subrealistas como las de Buñuel pero... sin saberlo, ni quererlo. O sea, sin gracia alguna.

Aquí, en este blog, dejo la prueba de que la he visto, y de que no me ha quedado gana alguna de volverla a ver.


jueves, 23 de febrero de 2012

339. ANNIVERSARY PARTY - 2001 - ALAN CUMMING Y JENNIFER JASON LEIGH



Qué guapos todos, Beverly Hills, gente del cine, un party de aniversario de una parejita. Y llegado el momento central de la noche, todos escenifican algo con ese toque de saber estar en escena tan propio de los anglosajones, y ya no digamos, de la gente del cine ¿quién no quiere ir a un party así?

El caso es que esta película del 2001 que ya habíamos visto en su momento y que nos había dejado bastante indiferentes, porque la gente pija y culta por muy bien que lo haga me deja indiferente, y porque los diálogos quieren ser interesantes todo el rato y al final se te acaban indigestando, esta película, como se verá, es el típico enredo entre la vida real y el cine que tanto les gusta a la gente del cine y que tanto aburre a los que no somos gente del cine.

De todos modos la hemos vuelto a programar, porque la verdad sea dicha, estar hora y pico entre gente guapa en una casa modenna oyendo conversaciones que parecen sugerentes, no es un caramelo amargo por mucho que de tanto en tanto salgan a relucir las peleas intestinas entre vecinos o entre las mujeres para darle al party un poco de drama.

La película se la guisan y se la comen entre los dos protagonistas, Alan Cumming y Jennifer Jason que a la vez son los guionistas y los directores. Toma ya. Entre ellos se inventan un momento difícil en su relación de pareja y la ponen en escena con la ayuda de todos sus amigos (dentro y fuera del plató). La verdad es que esta gente del cine juega con fuego, y es lógico que la mayoría se quemen.

Decía que lo mejor son los líos entre mujeres, y como son muchas, de algún modo me recuerdan a aquella película coral de Ozon, Ocho mujeres (2002), aunque a diferencia de esta, en la que el juego era intergeneracional, en Anniversary Party  la partida se juega en ese tramo de edad tan crítico del comienzo de la madurez.. Me quedo pues con las mujeres y paso de los tíos, que por muy actores y gente del cine que sean no hacen otra cosa que lo que hacemos todos, es decir, andar tras ellas.

En primer lugar, la prota, codirectora y coguionista, Jennifer Jason Leigh, que escenifica celos respecto a todas las mujeres que le pueden robar al maridito ese tan bobo que tiene, Alan Cumming, o sea, su marido real, y codirector con ella del film. Tiene un morrito bastante feo, pero para el papel que se ha escrito le va bien.


La segunda, la más peligrosa de todas, Gwyneth Patrol, la actriz de una película que va a hacer el maridito interpretando a su propia mujer, que parece que es como una piruleta rosa traída en un barco wikingo. Lo que me ha costado escribir su nombre. .


La fotógrafa, morena y cachonda, Jennifer Beals, vieja amiguísima de su maridito, y con la que seguro que ha follado miles de veces, por lo que parece tener más en común con ella que con su propia mujer:


La amiga de toda la vida de la rubia, Phoebe Kates, mujer en la vida real y en la película de Kevin Kline, padres asentados y con los niños traídos al party, que le dice a la prota que su maridito es un inmaduro y un gilipollas y que ella se merece algo más, ale.


La fea, Jane Adams, porque alguna fea tenía que haber en la fiesta.


Y la vecina, Mina Badie, que tiene cara de mustia pero que al final resulta que es con la que se morrea el maridito cuando están puestos de éxtasis hasta el culo. 


Hay una más, la mujer del financiero, también monilla, pero aparte de unas palabritas insinuantes con el maridito cuando llegan los primeros al party, creo que no da más juego.

En fin, que si querían que se me quitaran las ganas de dar un party con gente del cine (o de la cultura) y de ver cine de la gente del cine, casi lo consiguen. Y es que es todo tan mono y tan tonto, todos se odian y se aman, se dan tantos abrazos y se soportan tan bien, muerden y recogen velas con tanta educación, etc. que aunque te guste estar ahí, al final te quedas con la duda de si no te da grima todo.