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lunes, 29 de agosto de 2016

856. GUSTAVO BUENO


En los últimos veinte años tuve la suerte de verle tres veces en Logroño: la primera en la sala de usos múltiples del Ayuntamiento donde recuerdo que se le encararon algunas almas piadosas. La segunda en el Aula Magna del Instituto Sagasta, donde no hubo mayor incidencia que nuestro gozo ante su pose y su verbo, y la tercera, en el salón de actos del Fundación de Ibercaja en la calle Once de Junio, donde coincidimos con Fernando Caro y me habló de la revista el Catoblepas. Entre tanto había yo intentado leer varias veces alguno de sus libros sin conseguir pasar de la página veinte o treinta, nunca sabré si por mi culpa o por la suya. En una entrevista muy mala que le hizo la televisión local de Gijón y que por pudor no enlazo aquí, decía Gustavo Bueno que a él le gustaba mucho más hablar que escribir y que si escribía era por obligación, no por deseo. Eso podría resolver un poco de mis dudas, pero como soy de los que no se rinde, voy a pasarme esta tarde por Castroviejo a ver si todavía se pueden conseguir el Mito de la Cultura y España frente a Europa.

También he visto a salto de mata el vídeo del homenaje que, a falta de funeral, se le hizo en Santo Domingo de la Calzada, pero tampoco se lo aconsejo a nadie. Eso sí, las casi dos horas del doble programa de Sánchez Drago ( vídeo 1 y vídeo 2) que he puesto de encabezamiento de este post  son de visionado obligatorio para los queridos lectores del SPYP. Así que haced un hueco en vuestro horario (o incluso podéis verlo en dos o tres episodios de media hora o cuarenta minutos tranquilamente) y disfrutad de la gracia habladora y frescura pensadora de este hombre que para más INRI se ha muerto con la gracia divina (o torera) de hacerlo a los dos días de su mujer.


En el periódico asturiano LA NUEVA ESPAÑA (bonito nombre) hay una noticia necrológica muy maja de la muerte de Carmen Sánchez, dos o tres años mayor que él.

En mi blog sobre Casas Solariegas de la Rioja podéis ver la casa donde nació convertida ahora en Fundación Gustavo Bueno.


martes, 22 de junio de 2010

154. MEMORIA HISTORICA

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La cosa esa viscosa está poniéndose tan hedionda que al tío Félix le ha salido un artículo gore y descarnado en los que a veces incurre.

Rápidamente le han insultado los mercaderes de la cosa esa, pero en la ristra de comentarios de su blog uno ha puesto unos breves buenos de Gustavo Idem y otro, el articulillo que hoy ha escrito Savater en ELPAIS a propósito de un libro del hijo de Susan Sontag y lo que dice de la MEMORIA COLECTIVA. Buen nivel.

Los pongo aquí para que no os pringueis con la ristra esa:



Europa Press:

El filósofo Gustavo Bueno calificó el concepto de "Memoria Histórica" como "un arma arrojadiza contra el PP para identificarlo con el franquismo, entendiendo que no hubo transición". Por esta razón, apuntó Bueno, "se citó en muchas ocasiones el bigote de Aznar recordando al de Hitler o se ha dicho que Fraga había sido ministro de Franco". "Lo que la izquierda llama Memoria Histórica es un intento de reconstruir la historia durante el franquismo desde perspectivas totalmente partidistas."

"Según el filósofo, la izquierda comenzó a "remover" la historia "cuando Aznar ganó las segundas elecciones y el PSOE e IU vieron un peligro terrible en que el PP se asentase definitivamente en el poder". Dentro del marco revisionista, Bueno criticó al gobierno de Rodríguez Zapatero por "pretender borrar" del callejero los nombres de los "golpistas del 36" y no retirar los nombres de los "golpistas del 34 que se levantaron contra el gobierno establecido reivindicando una dictadura del proletariado".

"Hoy en día", matizó Bueno, la Memoria Histórica es "un concepto falso y confuso". Para el profesor emérito de la Universidad de Oviedo, relacionar memoria con historia es un concepto "inadmisible" porque "la memoria es un concepto psicológico individual". Según esta premisa, el profesor afirmó que "ningún individuo de 30 años puede reivindicar la Memoria Histórica porque no lo ha vivido" y añadió que "muchos que exigen la Memoria Histórica sólo conocen la historia por los libros que leyeron, pero eso no es Memoria Histórica".

El hecho de relacionar la memoria con la historia, explicó Bueno, viene del canciller Bacon de Verulam que se le ocurrió clasificar a las ciencias según las facultades que se estudiaban. De este modo, el canciller relacionó las ciencias de la razón con las matemáticas y la filosofía; las ciencias de la imaginación con la poesía y las ciencias de la memoria con la historia. "Esta definición se metió en la enciclopedia francesa y empezó a funcionar por ahí de forma errónea", apuntó Bueno."

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RECUERDOS ENVENENADOS

"David Rieff es un periodista y politólogo que ha publicado durante muchos años trabajos destacados en revistas como New Republic y World Policy Journal, aunque probablemente en España sea más conocido por Un mar de muerte, en el que narra la última enfermedad y muerte de su madre Susan Sontag (publicado por Debate en castellano y La Magrana en catalán). También importa destacar que es fundador y director del departamento Crímenes de Guerra en la Universidad Americana de Washington DC. Ha conocido personalmente esos crímenes en lugares como Ruanda, Kosovo, Israel y Palestina, Irak o Bosnia. Precisamente es su experiencia en este último país la que ha provocado su obra más reciente: "En las colinas de Bosnia aprendí a odiar pero sobre todo a temer la memoria histórica colectiva. En su apropiación de la historia, que ha sido mi pasión más sostenida y mi refugio desde la infancia, la memoria colectiva logra que la historia misma se parezca más que a nada a un arsenal lleno de armas necesarias para mantener las guerras o hacer de la paz algo tenue y frío".

Para David Rieff el complejo colectivo de las víctimas suele crear otros verdugos
El libro, breve y contundente, que ha escrito para University of Melbourne Press se titula Against Remembrance. O sea, Contra el recuerdo, pero conviene tener en cuenta que "remembrance" se usa también por "conmemoración". En efecto, mientras que la memoria personal recuerda incluso sin querer y con frecuencia se esfuerza en olvidar para iniciar nuevas etapas de la vida, la memoria colectiva conmemora como hitos inamovibles ciertos acontecimientos en que funda la identidad grupal y considera el olvido no una nueva oportunidad sino un atentado. Para Rieff, la memoria colectiva difiere esencialmente de la historia: primero, porque la historia se ocupa de los sucesos como algo pasado, es decir que ya no está, mientras que la memoria colectiva conmemora el pasado como aún presente -para bien o para mal- y como razón fundamental de las empresas actuales; segundo, porque la historia no es un menú del que se pueden incluir los platos sabrosos y excluir los indigestos, mientras que la memoria colectiva selecciona, sacraliza y mitifica de acuerdo con el narcisismo del grupo y sus ambiciones del momento. La historia pretende establecer la verdad de lo que fue y la memoria histórica influir en la verdad de lo que es; la primera se modifica al descubrir nuevos hechos, la segunda cambia con los intereses estratégicos.

El autor se enfrenta a venerables tópicos, como el dictamen de Santayana "los pueblos que olvidan su pasado están condenados a repetirlo" (dada la perpetua transformación de las sociedades, ninguna tragedia o desmán rememorados vacunan contra otros futuros y a veces sirven para legitimarlos) o el de que no hay verdadera paz sin haber hecho justicia (abundan los ejemplos contrarios y no siempre pueden ser igualmente bienaventurados los justicieros y los pacificadores). La memoria de los crímenes puede estar justificada en tanto viven quienes los cometieron, pero más allá de la desaparición de estos se convierte en una carga culpabilizadora que busca nuevos chivos expiatorios y fomenta discordias o atropellos. Recuerda Rieff que el complejo colectivo de víctimas suele crear otros verdugos: los nazis consideraban a los judíos culpables de la derrota alemana en la Gran Guerra, los estalinistas proclamaban que los kulaks boicoteaban la revolución y hoy algunos sionistas creen que los horrores del Holocausto justifican cualquier política opresora de los palestinos. Cuando un grupo humano tiene tendencia a automitificarse, incluso las mejores razones de la memoria colectiva son un combustible peligroso.

También se ocupa brevemente del juez Garzón, tanto por el caso Pinochet como por su conflictivo intento de abrir la causa de los crímenes del franquismo. Su comentario es matizado y respetuoso. Quienes aquí nos aseguran que en el extranjero el asunto no se entiende o resulta escandaloso harán bien en leer a Rieff: para enriquecer su perspectiva."

Fernando Savater.