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martes, 29 de noviembre de 2011

264. EL PAPEL INTEGRADOR DE LAS CARTAS

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La correspondencia entre Benet y Martín Gaite que me animó a escribir una carta abierta a Félix, me hizo recordar también que, revueltas entre las carpetas de todo tipo de escritos, tengo metidas unas cuantas correspondencias personales que contienen incontables tesoros. Me he entretenido este fin de semana en sacar nada más que las cartas con Félix y mirad ahí arriba el taco de papel escrito que vais a heredar. Menuda faena para vosotras, he pensado, porque para hallar las perlas tendréis que tirar un montón de basura.

También he pensado que puesto que la correspondencia está cerrada, puesto que yo ya no soy el que escribió mi parte, y puesto que aún no me he muerto, quizás podría ayudaros en la tarea buscando y sacando por aquí algunas de ellas.

Y para muestra un botón. Como la gran pregunta que me hago al contemplar ese montón de cartas es por qué nos las escribimos y para qué sirven, encuentro la respuesta en esta addenda que Felix me envió en una carta de 3 de mayo de 1993. Os la transcribo tal cual, porque vosotras lo entendéis mejor que yo:

"But in the age of the disintegration of experience human beings are no longer subjectively disposed to letter writing. For the present it looks as though technology is eliminating the preconditions for the letter. Because letters are no longer necessary, given the speedier possibilities of communication and the shrinking of spatio-temporal distances, their inherent substance is desintegrating as well. Benjamin brought to letter writting an antiquarian and uninhibited talent; for him the letter represented the wedding of something in the process of disappearing and the utopia of its restauration."



Fijaros bien en la fecha, 3 de mayo de 1993, ¡cuando aún no había mails ni internet!
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miércoles, 23 de noviembre de 2011

258. DE CARTAS ABIERTAS, CORRESPONDENCIAS CERRADAS, LITERATURAS E IMPOSTURAS VARIAS.

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Es respuesta a UN HOMBRE Y UNA MUJER SE ESCRIBEN y aunque su destino inicial era un comentario en el blog donde se publica ese artículo, al final propongo que su lugar adecuado sea éste.



Querido Félix:

Cuánto tiempo sin escribirte. Después de toda aquella deliciosa época que va desde nuestro encuentro en el funeral de Bernhard hasta que internet nos dio los blogs, he tenido muchas veces la sensación de que nuestra correspondencia se quedó cerrada, y con ello olvidada para siempre. Pero ahora que escribes tan elogiosamente sobre la de tu padre electivo con la Gaite me da por pensar si cuando las correspondencias se cierran las cartas se abren.

Ha pasado ya un tiempo prudencial sobre la irrupción de los blogs en nuestro panorama de escrituras y lecturas y todavía no he encontrado una buena reflexión que analice el género. Según avanzaba en madurez y mis buenos amigos aumentaban, noté que me repetía mucho en las cartas a unos y otros, y si eso me pasaba a mí, qué no les ocurriría a gentes mucho más maduras, sabias y con muchas más relaciones. El género blog parecía venir con la promesa de que una misma carta (post se iba a llamar) valdría para todos los amigos, y la verdad es que yo lo celebré con tantas ganas, que tras tu extraordinario año a carta diaria en tu blog, me puse también a lo mismo.

Cierto que probé a contestarte en esta zona que llaman “Comentarios” pero como me vi envuelto en una riada de incoherencias y anonimatos, tras protestar un poco por la confusión, me di cuenta de que no era lugar. Pero claro, el otro, el viejo, el de la correspondencia de cartas de papel había desaparecido, y apenas quedaba ya tiempo o ganas para ese sucedáneo de cartas que son los “mails”, convertidos las más de las veces en malos billetes proustianos por no decir chat, twits, saludos y salidas.

Al leer esta nueva carta tuya sobre Benet me he acordado de aquella que te escribí a propósito de la necrológica que publicaste en El País. Recuerdo que te dije que era muy mala y que flaco favor le hacía a quien querías halagar. Supongo que entonces te dolió, pero vista desde la distancia creo que se trataba de un acicate para que lo intentaras de nuevo, y veo que al fin lo has hecho: casi me entran ganas de comprarme esa correspondencia que dices que han puesto en libro.

Un día vi a Benet en una entrevista en la televisión y me cayó fatal. Trataba al periodista con un tono chulesco y cortante, completamente impropio de un hombre sabio. Y para que no hubiera dudas de esto último, allí estaba él en su casa entre paredes forradas de libros. Creo que desde entonces, cada vez que veo a un escritor fotografiado entre sus estanterías repletas de libros se me encienden las alarmas. Vaya sabio más tonto. Sabes que fui a Región por lo mucho que te apreciaba a ti y a José Angel, pero no me quedaron ganas de volver y ni tan siquiera creo que me queden ganas de acercarme a sus aledaños: esas cartas de las que ahora hablas.

Pues como bien sabes, a diferencia de esa pasión por la literatura que parecía ser el nexo entre ese hombre y esa mujer, (esa literatura también, de tus Lecturas Compulsivas), para mí la literatura (como la arquitectura) no es sino una gran impostura que para nada “aporta un saber específico que ni la ciencia ni ningún otro arte puede alcanzar”. ¿Específico dices? Anda ya. Sabes que leer libros que aspiren a ser literatura es algo que me causa tal rechazo, que cuando te lo dije en una de esas pocas veces que nos hemos visto, me escribiste en la servilleta del bar en que estábamos: pues lee este libro: PAISAJE CON FISURAS, de un tal Eduardo Gil Bera completamente desconocido. ¡Ah! siempre tienes un remedio para cada enfermedad (y veo con alegría que para la del Cangrejo también).

Lo que ya no sé si tienes es un remedio para el asunto de las cartas. Hace poco encontré aquel articulillo que escribí sobre todo esto en la revista Archipiélago, el de LA GENTE NO LEE PORQUE NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA. Me lo encontré el otro día citado en un periódico de Extremadura y me hizo gracia. Lo he colgado en uno de mis blogs por si te apetece releerlo. Te dejo el link aquí.

Lo dicho, no creo que me anime a leer estas cartas, pero te debo tantas y tantas buenas lecturas (casi ninguna literatura) que espero que me perdones mi renuncia a esta.

¡Ah! perdona también que esta carta sea abierta y en este lugar tan confuso, pero dados los cambios y los tiempos, no encuentro otro modo. Y perdona, sobre todo, porque quizás no haya mayor impostura que escribir una carta abierta o abrir una carta de una correspondencia cerrada. Pero si lo han hecho con las de Benet y Martín Gaite, y tú dices que es el libro del año, creo que mi demanda tendrá éxito. En todo caso, la pondré también en ese blog que inicié como cartas a mis hijas para tratar de no perderla, o incluso para proponer acaso que sean los blogs y no las ristras de comentarios, los lugares de las cartas abiertas.

Un abrazo.

juan

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