Siempre que puedo trato de recuperar la asignatura Africa (ya van varias entradas en este blog con lo mismo) pero las más de las veces es través de libros o curioseando por la red. Esta vez ha sido diferente: mis colegas de aventuras en kayak, uno haciendo de presentador, como presidente que es del Ateneo Riojano, y el otro contando amenísimamente su viaje por Gabón, me dieron información como para sacar un notable..., si es que el examen fuera dentro de esta semana. Dentro de unos meses ya no me acordaré mucho de lo que oí sobre Gabón, pero por suerte, César Mª Aguilar nos ha ido dejando unos buenos apuntes en su blog para repasar. Y para los lectores de este blog que no pudieron venir a la irrepetible conferencia, también pueden seguir sus apuntes en cómodos plazos a partir de este enlace.
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jueves, 23 de junio de 2016
854. GABON
Siempre que puedo trato de recuperar la asignatura Africa (ya van varias entradas en este blog con lo mismo) pero las más de las veces es través de libros o curioseando por la red. Esta vez ha sido diferente: mis colegas de aventuras en kayak, uno haciendo de presentador, como presidente que es del Ateneo Riojano, y el otro contando amenísimamente su viaje por Gabón, me dieron información como para sacar un notable..., si es que el examen fuera dentro de esta semana. Dentro de unos meses ya no me acordaré mucho de lo que oí sobre Gabón, pero por suerte, César Mª Aguilar nos ha ido dejando unos buenos apuntes en su blog para repasar. Y para los lectores de este blog que no pudieron venir a la irrepetible conferencia, también pueden seguir sus apuntes en cómodos plazos a partir de este enlace.
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Gabón
domingo, 21 de noviembre de 2010
178. MAS DE AFRICA Y MUCHO MAS
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Como mi deuda (de ignorancia) con Africa es inmensa y la lectura de Ebano no cubrió ni los céntimos, bastó que viera que parte del último libro de Vargas Llosa tratara sobre el Congo para que me lo comprase. Homenaje por mi parte al recién Nóbel y segundo plazo de amortización con el continente negro. El problema es que te pones a leer, y del Congo saltas a la selva amazónica, de la selva a los problemas de la independencia de Irlanda en el escenario de la Primera Guerra Mundial y de ahí a la aventura vital del personaje de la novela, Sir Roger Casement, o a las de sus coetáneos Conrad y Stanley, o por qué no, a las peripecias literarias o investigadoras del laureado escritor peruano. Ya sabes, tiras del hilo y en vez de sacar un hilo te ves en un lío. Es lo que tiene leer.
Acabado el libro y antes de ponerme a escribir esta mínima nota he releído las reseñas que publicó el Babelia de ELPAIS hace sólo unas semanas para su propaganda. Son malísimas, claro. El género público de la reseña está en unos niveles lamentables. Entre la propaganda encubierta y la simple y descarada publicidad, no hay duda de la superioridad de esta última.
Vamos directamente con el libro: un novelón extenso sobre un trabajo de investigación exhaustivo al que le sobra mucha literatura. Chirría mucho lo de novelar una biografía, sobre todo en los pasajes en los que el novelista quiere contarnos los inaccesibles pensamientos del personaje, los detalles ambientales o las corrientes de brisa por entre las habitaciones.
Como para vender el producto los reseñistas ya mezclaban las grandes aventuras y viajes de Casement con su errática vida sexual, yo esperaba que Vargas Llosa no se hubiera andado con muchos remilgos a la hora de tratarla, y aunque en los breves momentos en que entra en ella lo hace con gracia y sin prejuicios, sabe a muy poco. Son pasajes breves y esporádicos que yo esperaba que se hubieran ido ampliando a medida que avanzase la novela, pero no es así.
Me entero por una de las reseñas que los Black Diaries (los diarios de su vida sexual) están practicamente publicados en Inglaterra dentro de "Roger Casement. A biography", de William Bryant (Universe 2007). El libro de Vargas Llosa pinta la vida sexual de Casement como algo yuxtapuesto o externo al tronco central de su vida. Como un pasatiempo prohibido y oculto. Unos pasajes breves y generalmente incontrolables. Y eso es lo decepcionante del libro: que la historia de un hombre que vive y se debate entre las grandes maldades del colonialismo o los grandes sueños de libertad nacionalistas, se pierda en hablar del barro de los caminos o las florecillas emotivas de la costa irlandesa y dé tan poca entrada a los impulsos y deseos íntimos (las grandes contradicciones) del personaje.
Aunque quizás esa pueda ser la clave del gran fracaso vital de Roger Casement que no acaba de contar Vargas Llosa: que la libertad y la fraternidad no se logran con nuevos discursos del poder o la moral nacional, sino con nuevas formas en las relaciones sexuales entre los seres humanos. Formas y relaciones que aún están por contar más allá del morbo que vende libros, y que bien podría haberlo hecho en EL SUEÑO DEL CELTA este Nóbel nada nóvel.
(Y ya que tratamos de sueños y de presos célebres, me viene a la memoria un singular pasaje de la "Historia de mi Vida" de Casanova, cuando estando en la prisión de los plomos maldice al carcelero que le despierta de uno de ellos: porque sólo en los sueños, escribe Casanova, somos verdaderamente libres).
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Como mi deuda (de ignorancia) con Africa es inmensa y la lectura de Ebano no cubrió ni los céntimos, bastó que viera que parte del último libro de Vargas Llosa tratara sobre el Congo para que me lo comprase. Homenaje por mi parte al recién Nóbel y segundo plazo de amortización con el continente negro. El problema es que te pones a leer, y del Congo saltas a la selva amazónica, de la selva a los problemas de la independencia de Irlanda en el escenario de la Primera Guerra Mundial y de ahí a la aventura vital del personaje de la novela, Sir Roger Casement, o a las de sus coetáneos Conrad y Stanley, o por qué no, a las peripecias literarias o investigadoras del laureado escritor peruano. Ya sabes, tiras del hilo y en vez de sacar un hilo te ves en un lío. Es lo que tiene leer.
Acabado el libro y antes de ponerme a escribir esta mínima nota he releído las reseñas que publicó el Babelia de ELPAIS hace sólo unas semanas para su propaganda. Son malísimas, claro. El género público de la reseña está en unos niveles lamentables. Entre la propaganda encubierta y la simple y descarada publicidad, no hay duda de la superioridad de esta última.
Vamos directamente con el libro: un novelón extenso sobre un trabajo de investigación exhaustivo al que le sobra mucha literatura. Chirría mucho lo de novelar una biografía, sobre todo en los pasajes en los que el novelista quiere contarnos los inaccesibles pensamientos del personaje, los detalles ambientales o las corrientes de brisa por entre las habitaciones.
Como para vender el producto los reseñistas ya mezclaban las grandes aventuras y viajes de Casement con su errática vida sexual, yo esperaba que Vargas Llosa no se hubiera andado con muchos remilgos a la hora de tratarla, y aunque en los breves momentos en que entra en ella lo hace con gracia y sin prejuicios, sabe a muy poco. Son pasajes breves y esporádicos que yo esperaba que se hubieran ido ampliando a medida que avanzase la novela, pero no es así.
Me entero por una de las reseñas que los Black Diaries (los diarios de su vida sexual) están practicamente publicados en Inglaterra dentro de "Roger Casement. A biography", de William Bryant (Universe 2007). El libro de Vargas Llosa pinta la vida sexual de Casement como algo yuxtapuesto o externo al tronco central de su vida. Como un pasatiempo prohibido y oculto. Unos pasajes breves y generalmente incontrolables. Y eso es lo decepcionante del libro: que la historia de un hombre que vive y se debate entre las grandes maldades del colonialismo o los grandes sueños de libertad nacionalistas, se pierda en hablar del barro de los caminos o las florecillas emotivas de la costa irlandesa y dé tan poca entrada a los impulsos y deseos íntimos (las grandes contradicciones) del personaje.
Aunque quizás esa pueda ser la clave del gran fracaso vital de Roger Casement que no acaba de contar Vargas Llosa: que la libertad y la fraternidad no se logran con nuevos discursos del poder o la moral nacional, sino con nuevas formas en las relaciones sexuales entre los seres humanos. Formas y relaciones que aún están por contar más allá del morbo que vende libros, y que bien podría haberlo hecho en EL SUEÑO DEL CELTA este Nóbel nada nóvel.
(Y ya que tratamos de sueños y de presos célebres, me viene a la memoria un singular pasaje de la "Historia de mi Vida" de Casanova, cuando estando en la prisión de los plomos maldice al carcelero que le despierta de uno de ellos: porque sólo en los sueños, escribe Casanova, somos verdaderamente libres).
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miércoles, 10 de noviembre de 2010
176. KAPUSCINSKI
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De un tío al que le dan el Principe de Asturias y todo el mundo dice maravillas es lógico tener precaución. Sobre todo si medró bajo un régimen comunista y cuando muere, un discípulo escribe su biografía desmitificadora y la viuda trata de impedir su publicación. Pasó en la primavera de este mismo año (hay entrevistas con el autor por la red a poco que se busque).
Dicen los papanatas del polaco Kapuscinski que fue el inventor del periodismo de reportaje, el maestro del género, el gran corresponsal de guerra y golpes de estado en países subdesarrollados, el periodista que siempre se posicionaba junto al débil, etc. etc. etc.
Como yo no había leído nada de él pero estaba harto de leer esos tópicos, en la reciente feria de ocasión me compré por 4 euros Ebano, su libro más leído y elogiado en España, una colección de veintinueve escritos o reportajes sobre distintos países de Africa entre 1960 y 1990.
Al cuarto de ellos ya me di cuenta de que estaba leyendo esa especie de relatos personales escritos por periodistas de hotel pagados por su agencia destinada a los suplementos dominicales, y encima, sin fotos. Pero seguí hasta el final más que nada por mi ignorancia sobre esa zona del mundo que los cursis llaman ahora subsahariano, es decir, la Africa negra desde Senegal hasta Somalia. Los países de la punta sur no los toca; es de suponer que Polonia tendría ya otro espía informador para esa zona tan conflictiva. Y los del norte de Africa, los de la morería, tampoco. Un poquito de Mauritania, no más.
Algo de información se obtiene del esfuerzo de leerlo entero, sobre todo si te pones el Atlas al lado y te vas enterando de los sitios de los que habla. Pero el tono de la información es el anticipo de los telediarios de ahora, una música que se resume perfectamente en una sola palabra: sensacionalismo.
No creo que haya que atribuir en solitario a Kapuscinski el mérito de inventar el sensacionalismo, pero seguramente sí a hacerlo desde el periodismo escrito. No sé muy bien si el truco consiste en contar sensaciones personales (dado que todas las sensaciones son muy respetables y verosímiles) o si lo que trata es de despertar ese tipo de sensaciones superficiales y rápidamente pasajeras del teleespectador, o seguramente las dos cosas a la vez, pero lo que está claro es que consigue a la perfección desviar el núcleo de las noticias (y la confección de la historia) desde el ámbito de la razón al ámbito de los sentimientos.
Como también consigue que el lector crea que está ante un buen periodista de agencia libre de información en vez de un periodista pagado por la agencia de información del partido comunista polaco.
Así pues, junto a la invención del periodismo literario el otro gran "mérito" de Kapuscinski creo yo que está en su notable aportación a gran tarea colectiva de derivar el comunismo hacia el sentimentalismo (paz, alianza, igualdad, etc.).
Y de ahí que todo el mundo progre, toda la derecha idiota y todo el periodismo políticamente correcto siga diciendo maravillas de él, le hayan dado muchos premios y le sigan haciendo homenajes.

Nota final: lo peor de todo es que, a excepción de mis esfuerzos con el Atlas, sigo sabiendo muy poco de Africa, por lo que lo seguiré intentando con el Google Earth, la wiki y nuevas lecturas. Y si puedo, compartiéndolo aquí.

De un tío al que le dan el Principe de Asturias y todo el mundo dice maravillas es lógico tener precaución. Sobre todo si medró bajo un régimen comunista y cuando muere, un discípulo escribe su biografía desmitificadora y la viuda trata de impedir su publicación. Pasó en la primavera de este mismo año (hay entrevistas con el autor por la red a poco que se busque).
Dicen los papanatas del polaco Kapuscinski que fue el inventor del periodismo de reportaje, el maestro del género, el gran corresponsal de guerra y golpes de estado en países subdesarrollados, el periodista que siempre se posicionaba junto al débil, etc. etc. etc.
Como yo no había leído nada de él pero estaba harto de leer esos tópicos, en la reciente feria de ocasión me compré por 4 euros Ebano, su libro más leído y elogiado en España, una colección de veintinueve escritos o reportajes sobre distintos países de Africa entre 1960 y 1990.
Al cuarto de ellos ya me di cuenta de que estaba leyendo esa especie de relatos personales escritos por periodistas de hotel pagados por su agencia destinada a los suplementos dominicales, y encima, sin fotos. Pero seguí hasta el final más que nada por mi ignorancia sobre esa zona del mundo que los cursis llaman ahora subsahariano, es decir, la Africa negra desde Senegal hasta Somalia. Los países de la punta sur no los toca; es de suponer que Polonia tendría ya otro espía informador para esa zona tan conflictiva. Y los del norte de Africa, los de la morería, tampoco. Un poquito de Mauritania, no más.
Algo de información se obtiene del esfuerzo de leerlo entero, sobre todo si te pones el Atlas al lado y te vas enterando de los sitios de los que habla. Pero el tono de la información es el anticipo de los telediarios de ahora, una música que se resume perfectamente en una sola palabra: sensacionalismo.
No creo que haya que atribuir en solitario a Kapuscinski el mérito de inventar el sensacionalismo, pero seguramente sí a hacerlo desde el periodismo escrito. No sé muy bien si el truco consiste en contar sensaciones personales (dado que todas las sensaciones son muy respetables y verosímiles) o si lo que trata es de despertar ese tipo de sensaciones superficiales y rápidamente pasajeras del teleespectador, o seguramente las dos cosas a la vez, pero lo que está claro es que consigue a la perfección desviar el núcleo de las noticias (y la confección de la historia) desde el ámbito de la razón al ámbito de los sentimientos.
Como también consigue que el lector crea que está ante un buen periodista de agencia libre de información en vez de un periodista pagado por la agencia de información del partido comunista polaco.
Así pues, junto a la invención del periodismo literario el otro gran "mérito" de Kapuscinski creo yo que está en su notable aportación a gran tarea colectiva de derivar el comunismo hacia el sentimentalismo (paz, alianza, igualdad, etc.).
Y de ahí que todo el mundo progre, toda la derecha idiota y todo el periodismo políticamente correcto siga diciendo maravillas de él, le hayan dado muchos premios y le sigan haciendo homenajes.

Nota final: lo peor de todo es que, a excepción de mis esfuerzos con el Atlas, sigo sabiendo muy poco de Africa, por lo que lo seguiré intentando con el Google Earth, la wiki y nuevas lecturas. Y si puedo, compartiéndolo aquí.
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