jueves, 13 de octubre de 2011

229. DESAGRAVIAR A BACH (DIE STILLE VOR BACH ººº - 2007 - PERE PORTABELLA)

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Yo siempre he pensado que la música se hacía para que fuéramos mejores personas, es decir, que cuanto más música oyéramos, más buenos nos volvíamos. E incluso algún día llegué a pensar que si me hacía músico iba a ser mejor persona. Pero la gente que va a los conciertos de música clásica nunca me ha parecido buena gente, y cuando supe que los genocidas nazis amaban la música clásica, toda esa teoría de la música se me vino abajo y hasta llegué a pensar que todo lo que estuviera relacionado con la música clásica era sospechoso de maldad. Y ya no digamos cuando vi lo mala gente que eran por lo general los músicos que habitan los conservatorios y las orquestas... (o sea, que al final intenté hacerme músico).

Atraído por el título en alemán, por las críticas favorables y por mi fé en la música y los grandes compositores, ayer se me ocurrió ver DIE STILLE VOR BACH, porque..., me dije, si va de Bach no puede ser malo.

Pero malo no, pésimo. Horroroso. Y subvencionado. Hasta ayer yo no sabía nada de su director, el "laureado" (dicen los periodistas) PERE PORTABELLA. Pero ante un bodrio de tal calibre y con tan altas pretensiones no me podía quedar con los brazos cruzados o mirando para otro lado. Y he investigado un poco.... ja ja ja ja...



Y mira por donde, que mirando por aquí y por allá, ahora sé que la progresía cultureta catalana de los sesenta (Escuela de Barcelona nada menos) que llamaba casposo y mesetario al cine hecho en Madrid y que propugnaba hacer cine con productoras independientes, ha acabado (2007) haciendo películas que empiezan con varios carteles de las subvenciones de dinero público y metiendo un desnudo hiciera falta o no en el guión.

¿Guión...? Pero esta película... ¿tiene guión?

Ah sí, se me olvidaba. El guión es Bach, y de ahí el título de esta entrada. Y la intención de esta entrada: por dios, por dios, desagraviemos a Bach de estos atentados.

¿Cómo? No sé. Oyendo diez veces a Panito quizás, aunque... uno mira la cara de pocos amigos de Christophe Coin, o peor, la de los músicos de alrededor, y vuelve a sospechar de todo.

Algo de desagravio ya hice cuando escribí un pequeño retrato de la ciudad de Leipzig visitando su tumba y diciendo que parecía la de un obispo, pero ahora, la verdad, no se me ocurre qué otra cosa hacer. Pero algo hay que hacer. Algo. He vagabundeado por la red a ver si encontraba alguna cosa profunda o divertida sobre Bach y he dado con la foto de arriba. Si yo fuera Bach, es la mueca que le haría a esta película española de rimbombante título alemán y no menos pretenciosidad artistica.

Y por poner, vaya también el culo de la actriz que no viene a cuento y que también le gustaría a Bach.
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