miércoles, 19 de octubre de 2011

232. LA MUSA KIKI

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No sé si el problema es que Jünger en novelas es un plomo, o que a mí me pasa lo que decía ayer, que soy de los que tampoco pueden ya leer muchas líneas juntas; el caso es cada vez que cojo EUMESWIL me quedo dormido a media página. Y seguramente por eso, además del cuento de LA MAQUINA DE HACER DINERO, que como contaba ayer, compré de regalo para un familiar, aproveché el cuento y me compré para mí un libro-comic sobre la azarosa y divertida vida de Kiki de Montparnasse, una de las, por así decirlo, "musas" (los pueblerinos suelen poner otras consonantes) de aquellos pintores arrejuntados en París que estaban convencidos de estar cambiando el mundo en el primer tercio del siglo XX.



Dicho de aquesta manera, ya se ve que la farándula esa de artistas, periodistas y aristócratas crápulas de aquellos días me trae más bien al pairo, pero también es verdad que todos esos nombres de tronío (Picasso, Modigliani, Man Ray, Jean Cocteau, Hemingway y el sunsum corda) no quedan mal como decorado para la ascensión, lucha, diversión, desengaño y ruina de una pobre chiquilla de pueblo sin otro recurso en la vida que el de huir de la miseria de las gentes de su villorio.

Cuando empezaron a salir blogs y poco antes de que las grandes plumas del país se hicieran con uno (como si no tuvieran suficiente con los periódicos y televisiones...) en las plataformas creadas al efecto para ellos por los grandes editores, exploré con cierta asiduidad un buen número de blogs pretendidamente eróticos en el que chicas tipo Kiki trataban de abrirse camino en el mundo huyendo de la vulgaridad que nos rodea. Y descubrí que las mejores, sin duda, eran aquellas que venían desde abajo, es decir, de los pueblos o de los barrios miserables de las metrópolis. Como Kiki, vaya. Porque tanto a comienzos de siglo, como ahora, y como creo que será siempre, muchas mujeres se abren y abrirán camino con su cuerpo y darán luz al mundo con su sexo.

La gracia de la biografía de una chica así cruzando el abigarrado decorado de tanto artista de renombre está justamente en darle a ella el papel de protagonista. Y lo malo es que al final, como en el caso de Marilyn, o como tantos otros "juguetes rotos" que dicen los periodistas, la narración se queda en lo más movido de la farándula y muy poco en los detalles íntimos de su vida. Porque evidentemente, el cómic es más un medio de simplificación que no de analítica de sentimientos y pensamientos.

Acabadas las viñetas corrí a internet en busca de fotos, porque el tiempo de Kiki fue tiempo de fotos, y no digamos ya a sabiendas de que uno de sus principales amantes fue Man Ray. Pues bien, tengo que confesar que me dejaron tan frío como el libro. Pongo aquí un estupendo video que sintetiza la mayor parte de ellas:



No sé muy bien porqué me decepcionaron las fotos, quizás porque me saben a arqueología, a arte rancio, a fracaso de una época.

La vida de Kiki, sin embargo, no me sabe a fracaso. Por supuesto que su caída en las drogas, en las noches y en las manos de los artistas son motivo de tristeza, pero su alegría, su ilusión, su desparpajo y su facilidad para desnudarse ante los hombres (o incluso mujeres) contienen todos esas chispas de libertad del cuerpo y de las relaciones que habitualmente vienen de Francia y que se convierten en cenizas a poco que caen entre nosotros. Claro que..., también es verdad que esas chispas seguramente pudieron brillar gracias a cierta liberalidad de los artistas.

Ahora los tiempos son otros y, como contaba, hace unos años me dio por buscar musas entre los blogs..., pero como también decía, luego llegaron los artistas (los que no tenían suficiente con los periódicos) y los coparon. O los caparon. Los blogs, el mundo de los blogs. Porque yo estoy convencido de que las musas siguen estando ahí: intentando abrirse camino e inspirando a más de uno.
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