viernes, 9 de enero de 2009

TERRORISMO DE ESTADO


Los periodistas llevan años repitiendo con notoria frivolidad el sintagma “terrorismo de estado” aplicado a las intervenciones militares o acciones bélicas de unos estados sobre otros, y digo notoria frivolidad, porque terrorismo y estado son términos irreconciliables.

El estado, por definición, es una construcción racional, una institución estructurada en leyes con el objetivo de garantizar la vida social. Dentro de esa definición, los ciudadanos de un estado subrogan en él cualquier uso de la violencia: en la policía, para asuntos internos y en el ejército, para la defensa exterior.

Por el contrario, el terrorismo es un modo de lucha violenta contra el propio estado o contra estados exteriores, que practican individuos o grupos aún no constituidos como estados, es decir, no gobernados por leyes (nacionales o internacionales).

La eficacia del terrorismo es tal que algunos estados han podido caer en la tentación de crear o pagar grupos terroristas para combatir el terrorismo, pero cuando eso ha ocurrido (el caso del GAL contra ETA, o el de tantas dictaduras latinoamericanas) toda la ciudadanía la ha condenado sin paliativos. Confundir la represión policial y el derecho a la guerra de los estados con el terrorismo es una manera de atacar al estado, es decir, de hacer el juego al terrorismo. Los periodistas lo hacen constantemente. Si se pone en google “terrorismo de estado” salen cientos de noticias usándolo inadecuadamente. Frivolamente. O incluso, podría decirse, torticeramente.