martes, 1 de marzo de 2016

812. MARC CHAGALL



Madrid, 7 de febrero del 2016. Exposición de dibujos y grabados de Marc Chagall en la sala de la Plaza Castilla.

No sé si será por la invasión de los móviles, pero las instituciones ya han aceptado (al fin) que hagamos fotos de los cuadros con la única limitación de no usar el flash. No es mayor problema. No es la perfección en la reproducción lo que buscamos algunos visitantes de museos y exposiciones; lo único que queremos es llevarnos un buen recuerdo. O hacer con los clicks una selección de los dibujos y pinturas que más nos han llamado la atención en una visita concreta. El primer cuadrito que me hizo sacar el móvil al visitar la exposición de dibujos de Marc Chagall es el dedicado a imaginar la escena del HIJO PRÓDIGO, asunto al que ya dediqué el spyp 582.  Chagall era judío y bielorruso. No hizo ascos al comunismo revolucionario y subsiguiente ateísmo, pero no olvidó las historias universales de la Biblia. De ahí que lo sienta como alguien muy cercano.


Notre Dame. Una Iglesia. Y también una mujer desnuda con su dios en brazos. Abajo, la cabeza de un animal. El mismo animal y en la misma posición que en el dibujo anterior. Quizás sea un autorretrato del propio Chagall.


Esta es la foto que trae de él la wiki. También me entero por la enciclopedia universal de la ciudad en que nació, Vitebsk, y echo un vistazo con google earth. Pero ya haré una visita más detallada en otra ocasión. Grandes avenidas... Mucha arquitectura comunista.


De este grabado que se mostraba en versión blanco y negro y coloreado, me fijo en la fecha: 1968, el año de las manifestaciones de París. Chagall tenía 81 años. Ponía en la etiqueta explicativa que lo pintó en Ginebra. Parece que mezcla sus recuerdos de los años de la revolución rusa con las noticias de los periódicos, y que  contempla la algarabía tumbado, rostro risueño pero... sin soltar la paleta de pintor en su mano derecha.


Una paleta que en el siguiente dibujo parece que fuera su propia polla eyaculando. Cuando vimos de lejos el siguiente grabado no podíamos creer lo que veíamos. Bueno, no es su polla eyaculando, es su paleta. Pero para el caso...


Después de la revolución Chagall y Malevich se hicieron cargo de la Escuela de Artes de Vitebsk pero se ve que sus criterios chocaron frontalmente.


Chagall dejó Rusia y se vino a París. No parece que le interesara la abstracción. Había descubierto algo mucho mejor: que se puede seguir pintando toda la vida igual que cuando éramos niños.


Porque aunque los niños no sepan reproducir tal cual la realidad mediante un depurado dibujo fotográfico, nadie duda de que éste es un autorretrato del propio Chagall con el mismo animal en brazos (¿un cordero místico?) que veíamos en los dos primeros dibujos.

Y aquí está otra vez, en manos de Noé, recibiendo por la ventana del Arca a la paloma que les anuncia que el diluvio (¿las manifestaciones comunistas?¿las de mayo del 68?)) ya han acabado:


Las historias bíblicas fueron nuestra común formación religiosa. Una formación en el recuerdo que se eclipsa ante ese otro descubrimiento de la verdadera y única religión: la del sexo y el amor rodeados de frondosa naturaleza:


O aislados en un rincón de la convulsa ciudad... junto a un pez, ese animal tan simpático que todos los niños dibujamos sin miedo. Ese alimento tan místico como el cordero. 


Y hablando de misticismo, mis dos últimos recuerdos de la exposición de Plaza Castilla van de ángeles. El que para el cuchillo de Abraham:


Y esta cuadrilla de tres, que escuchan a un profeta sentados tan ricamente a una mesa en torno a una botella de vino.


Rescato de los datos que entreveo en internet que en la última etapa de su vida, Chagall convirtió su pintura en decoración. Lo mismo fue llamado para pintar el techo de la Opera de París:


...que para pintar los vitrales de Reims:


Pintar como un niño y devolver la pintura a su papel decorativo. Me quedo con este Chagall con un cocodrilo en la camisa.


No quisiera acabar este pequeño recuerdo sin decir que Rosalía y yo nos quedamos impresionados de la cantidad de gente que había a las once y cuarto de la mañana en la semioscura sala de exposiciones de la Plaza de Castilla y del silencio respetuoso con que veían los cuadros. ¿Hay otra España? ¿Era la iinfluencia de Chagall?