miércoles, 4 de enero de 2012

290. MANUEL CHAVES NOGALES 2



Leo la segunda de mis compras de Chaves por navidad y me aburro bastante. Cuando los periodistas se meten a hacer análisis político de altura, suenan a matraca. Lo mismo hace un siglo que ahora. Y si por culpa de dos traducciones sucesivas (los artículos fueron escritos por Chaves en español, luego traducidos por colaboradores al francés o inglés, y ahora devueltos por esforzados traductores editoriales al idioma del autor) se ha perdido por el camino el estilo del autor, pues apaga y vámonos. Yo lo acabo por mi interés en el tema y porque pensaba que iba a encontrar cosas sorprendentes, pero de los periodistas mucho no se puede esperar.

Alucina mucho leer tanta teoría política y estratégica sobre la guerra civil sin mencionar apenas ni una de las noticias de la guerra. Ni que el tío escribiera desde el Pentágono. No digo que sus análisis no sean certeros y que aporten un poco de riqueza a la tradicional dicotomía de buenos y malos metiendo a comunistas y fascistas en el mismo saco (lo que habida cuenta de tanto cerebro rotativo alrededor ya tiene su mérito), pero de ahí a dar una profunda visión del ocaso de un mundo que representó tanto nuestra guerra como la Primera Guerra Mundial va un abismo. Y en este sentido rememoro los libros de entreguerras de Jünger y noto la gran diferencia. Los periodistas siguen con la matraca de que la guerra civil española fue un ensayo de la Segunda Guerra Mundial y eso es porque no se han estudiado la Primera, -de la que evidentemente es continuación.

La verdad es que con este libro se me han ido las ganas de leer A SANGRE Y FUEGO y LA DEFENSA DE MADRID. Como reverso de la analítica me los imagino lleno de las truculencias que contaba en JUAN MARTINEZ, pero de crímenes en guerra ya vamos sobrados. La única idea que me parece ejemplar es la de que en una guerra civil como la rusa o como la nuestra, los criminales y los héroes aparecen revueltos, pero esa idea pasa casi desapercibida y no ha servido para nada: sigo sin entender que a la muerte de Franco todos los rojetes se hayan afanado por reescribir la guerra, y hasta ganarla a base de libros y periódicos, mientras que nadie se haya interesado por hacer la separación entre héroes y criminales de uno y otro bando (¡incluidos los políticos, sobre todo ¡los políticos!). Porque ese es, a mi entender, la verdadera tarea de investigación sobre una guerra.

A excepción de cierto parecido entre los rojos de entonces y los rojos de ahora, lo que está claro es  que entre aquellas gentes, aquella Europa, aquellos nacionalismos, o aquella sociedad, y las gentes, Europa, nacionalismos y sociedad de ahora la semejanza es mínima. Solo los periodistas parecen seguir siendo los mismos.


(¡Cáspita! al cerrar el libro me entero que está editado en noviembre del 2011, o sea que alguien pudiera tomar esta flor mía por una reseña periodística. Nada de eso ¿eh?)