martes, 9 de marzo de 2010

UNIVERSIDAD

.


Tras la repugnancia que producen esos gritos las preguntas salen solas: ¿quienes son los profesores de esos estudiantes? ¿les van a aprobar? ¿les han enseñado esos modales y esas definiciones políticas? ¿quienes son los compañeros que se sientan a su lado? ¿y los bedeles? ¿Y el rector? ¿Corriendo escaleras abajo con su invitada y entre los servicios de seguridad?

Cuando la imagen de la más alta Escuela de la Sociedad es esa, uno casi siente vergüenza de haber pasado por ella. Cerrarla y mandar a todos sus profesores al paro es lo que se merecen.