viernes, 12 de marzo de 2010

MIGUEL DELIBES

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“Y empecé a darme cuenta, entonces, de que ser de pueblo era un don de Dios y que ser de ciudad era un poco como ser inclusero y que los tesos y el nido de la cigüeña y los chopos y el riachuelo y el soto eran siempre los mismos, mientras las pilas de ladrillo y los bloques de cemento y las montañas de piedra de la ciudad cambiaban cada día y con los años no restaba allí un solo testigo del nacimiento de uno, porque mientras el pueblo permanecía, la ciudad se desintegraba por aquello del progreso y las perspectivas de futuro”.

Esto era lo que escribía Delibes (Viejas historias de Castilla la Vieja) hacia 1970 cuando tras un gran movimiento migratorio del campo a la ciudad, los pueblos de España (y su caso de de Castilla) se habían quedado prácticamente vacíos. En aquellos años Miguel Delibes parecía haber encontrado un filón literario en el habla de la gente del campo, pero ese filón se quedó enseguida trasnochado porque el campo se empezó a industrializar, sus gentes se pusieron a ver la televisión y los pueblos a remozarse y urbanizarse torpe o salvajemente. Y al ser los pueblos mucho más frágiles que las ciudades acabaron siendo mucho menos permanentes que éstas.

Aficionado a la caza por tradición, le dio entonces por la vena ecológica incluyendo a la propia caza en su sistema ecológico (faltaría más), y de paso, sus novelas y entrevistas empezaron a ser mucho más aburridas. Fui a escucharle en una conferencia que dio aquí a mediados de los ochenta y me decepcionó bastante. Se vendía así mismo como artista, como hombre de letras famoso, como gran literato. Sin sencillez ninguna.

Llevado del cariño que me causaron aquellas páginas de escritura desnuda de los años 70 relativas al habla de pueblo (puro costumbrismo, visto con cierta perspectiva), llegué a comprar varias novelas suyas posteriores, pero una tras otra se me caían de las manos. “El hereje”, incluso, creo que me resultó torpe y pueblerina (como un guión de cine español o así).

Prefiero no leer las necrológicas y artículos que los periodistas, escritores y amigos estarán escribiendo hoy y publicarán mañana en todos los periódicos. Me los imagino perfectamente. Bastante decepción he tenido ya al ver cómo un mito juvenil se me iba derrumbando poco a poco a medida que iba yo madurando.

Descanse en paz.