viernes, 5 de marzo de 2010

CONTRATO

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Y para acabar la semana, he aquí el curioso contrato sexual de mi bloguera favorita:


El Socio

Le conocí en una fiesta el verano del 2001.

Un amigo suyo me tiraba los tejos y él se cachondeaba del buitreo con los demás, yo pasaba de todos.

Recuerdo que había un par de polvos en la fiesta, no me apetecía complicar más las cosas. No ligué. Estuve un rato jugueteando con el piercing en la lengua de un amigo gay antes de irme a casa solo por vicio, fué divertido. Dormí sola.

Nunca he querido tener pareja, jamás he deseado el compromiso y siempre que he llamado a alguien "novio" ha sido porque me he rendido ante la evidencia, de que el tío que hace meses que se acuesta conmigo cada día, debe ser algo más que un polvo.

Yo compartía piso, tanto para mi compañero de piso como para mi traernos a alguien para tener sexo no era problema. El segundo día que vi al Socio lo arrastré a mi cama.

Si soy sincera, no fue para tirar cohetes pero tampoco estuvo mal. Fue otro polvo. Como con todos le dejé las cosas claras:

- No dejaré de follar con nadie por ti, mi sexo no es tuyo. Puedes confiar en que no te mentiré ni te ocultaré nada. - Eran las condiciones estándard del contrato, mi escudo particular.

El día siguiente me llamó para repetir, me pareció bien, repetimos. Nunca había tenido nada tan cariñoso entre las piernas.

Y hemos ido repitiendo hasta ahora.

Cuando el Socio llevaba unos meses durmiendo en casa cada noche, el compañero de piso, que se llevaba estupendamente con los dos, mientras tomaba el café con leche de la mañana me dijo:

- Tía, cabrona, si te traías al novio a vivir a casa me lo podías haber consultado.

No le faltaba razón, pero es que no era el novio, yo no sabía nada.. en realidad era aún peor, me traje un desconocido a vivir a casa, sin saberlo. En ese momento me di cuenta de que había dejado de ser unpolvo.

Ahora vivimos solos, el compañero de piso se fue con la novia, le echamos de menos. Los campeonatos de dardos interminables con la diana del comedor y su buen gusto con el vino no los hemos sabido reemplazar.

En cuanto al Socio y yo, bueno..

Somos un equipo.