jueves, 14 de marzo de 2013

562. WITTGENSTEIN



Si algún día os apetece volver a la filosofía (como me ocurrió a mí la semana pasada) y pensáis (como yo) que el verdadero problema filosófico es el lenguaje, y puestos a ello se os ocurre aproximaros a Wittgenstein, que según los libros de historia (de la filosofía) es el más profundo y cercano filósofo del lenguaje, no empecéis por este  "esbozo biográfico" de su discípulo Norman Malcolm porque podéis acabar aborreciendo a la filosofía, a los filósofos y al lenguaje.

Hay que ver la de libros malos que hay por el mundo. No me extraña que la gente no lea porque estode los libros es peor que los toros: de diez, nueve te salen malos. Este lo tenía por ahí perdido en una estantería (vete a saber cuándo lo compré) sin fecha alguna ni referencia de la compra. ¿Me lo regalarían? Repaso el cebo que tiene en la contraportada: en esta cuidada edición de Mondadori se incluían las cartas que Wittgenstein le había escrito a Norman Malcolm y, hombre, como la correspondencia es un género que me gusta y que pudiera facilitar el acceso a tan abstruso filósofo, pienso que quizás lo compré por eso. Pero, ay, si el libro es malo, las cartas de Wittgenstein aún son peores. Qué torpe el tío con la pluma. Y qué melón con el uso de la conjunción & en vez de "and".


Alguna pepita de oro hay, cómo no. Raro es el libro del que no podamos extraer un trocito de metal. Por un par de ellas (pag 48 y 77) nos enteramos de que Wittgenstein odiaba el periodismo, es decir, que a poco que se dejara entender podría ser perfectamente un héroe sPyPnic. Pero no, entenderse no se dejaba entender mucho. Más bien tendía a ser oscuro y misterioso. Misántropo. Áspero.

Como en el caso de Heidegger, el poder de su filosofía estaba en su personalidad, en su personaje. Sus reducidas clases eran como ceremonias en las que entraba en trance filosofando y dejaba conmovido a sus alumnos (discípulos). Al paso por los pasajes en que Malcolm cuenta sus clases apunté que lo más próximo que yo he vivido en cuanto a ese tipo de experiencias fueron las clases de Moneo, el arquitecto embaucador.

Para lavar mi mente del libro sin dejar a Wittgenstein, cambié de género y me puse un horroroso programa de televisión (por la red, claro) en el que Fernando Savater se esfuerza por enseñar al mundo los entresijos de la filosofía de Wittgesntein. En cuanto oí la musiquita que acompaña a la carrasposa voz de Savater estuve a punto de quitarlo de mi pantalla, pero mi amor por la filosofía y el lenguaje (y mi cariño por alguien tan adolescente como Savater) me hizo escucharlo entero y ¡mira tú! casi al final, en los últimos tres minutos de programa conseguí olvidarme de la música de fondo porque Savater casi consigue decir lo que yo esperaba: que la filosofía no tiene ningún contenido (es pura actitud) y que la filosofía del lenguaje no es otra cosa que el esfuerzo por desenmadejar los líos que nos hacemos con las palabras.

Tiene coj... que en un vídeo tan detestable puedas encontrar mejores mimbres que en un libro de Mondadori. Es como para desconfiar de la escritura ¿verdad? Con razón Wittgenstein no escribió apenas nada. Os enlazo el vídeo por si no tenéis nada mejor que hacer. Qué majo Savater. ¿Cómo se puede prestar a semejante telebodrio?