jueves, 11 de febrero de 2010

EL CIGARRILLO

.

Segunda parte del relato del viaje en tren por Yugoslavia con un comienzo de auténtico profesional de la escritura. ¡Y menuda pájara!

LENGUAJE INTERNACIONAL 2

Nino lame los cigarros antes de fumárselos.

Lo hace rápido, seguro, es una técnica perfeccionada por millones de repeticiones. La primera vez que lo vi ni me fijé, ahora lo reconocería aunque me lo encontrara con otro cuerpo. Saca el pitillo de la caja, lo toca con la punta de la lengua, a lo largo, muy levemente y luego se lo mete en la boca para encenderlo. Siempre el mismo gesto.

Quizás le provoque un cáncer malísimo, pero es irresistiblemente sexy.

Después del polvo anterior, que sirvió para aliviar tensiones, volvimos a nuestros asientos para descansar. Yo me dormí, él no lo sé, esta vez no soñé absolutamente nada.

Me despertó sin querer la mujer que estaba con nosotros al irse, aún no había amanecido, nos quedamos solos.

Cierto que podía pasar alguien por el pasillo, cierto que podía vernos cualquiera, cierto que no tenía ni cortinas, cierto que la puerta no se podía cerrar y que no tengo ni puñetera idea de qué le sucede ahí a la gente que sorprenden follando en lugares públicos, probablemente nada bueno. No importaba.

Nos desnudamos completamente y lo hicimos otra vez como si estuviésemos en el sitio más privado del mundo, sin mirar hacia la puerta, sin tener en cuenta el entorno, con calma.

Al terminar pillé un tampón de mi bolsa para ponérmelo pero me lo quitó de las manos para hacerlo él. Un capricho, supongo. Dejé que me lo metiera, despacio, mientras me miraba a los ojos.

Me las doy de descarada pero ese tío me gana. Yo me volví a vestir inmediatamente, él, en cambio, lamió un cigarro y se lo fumó, tranquilo, tumbado en el asiento y en pelotas. Aproveché para hacerle algunas fotos.

Incluso nos dió tiempo para volvernos a presentar entre risas antes de que el policía de la frontera nos pidiese los pasaportes.