lunes, 30 de mayo de 2016

847. OSTWALD SPENGLER



La semana pasada concluí la extraordinaria segunda parte de los Ensayos de Mumford dedicada a una docena de figuras relevantes de la historia. Y si el primero de los artículos, el dedicado a Jesús de Nazaret me impresionó por su vena crítica (v SPYP 844), el último, sobre OSTWALD SPENGLER me dejó sin resuello por su implacable espíritu demoledor. La editorial Pepitas de Calabaza pone que el artículo se escribió entre 1939 y 1944, terribles fechas que enmarcan el certero pronóstico de Spengler en La Decadencia de Occidente. Escudriño un poco en la biografía de Spengler y me da que Mumford no tenía referencia de las dudosas circunstancias de la muerte de Spengler y de sus desavenencias con el régimen que iba a cumplir su profecía.

Pero sea como fuere, en estos inciertos momentos políticos estaba yo echando de menos algo de filosofía de la historia, es decir, esa manera de ver la evolución de las culturas y las civilizaciones que pudiera iluminarnos un poco sobre el futuro. Hace más de treinta años que leí algunas cosas de Arnold Toynbee, pero desde entonces creo haber estado más bien metido en la corriente que mirando el río desde fuera. Claro que si la historia la he visto casi siempre como una lectura interesada del pasado (una lectura desde un posicionamiento previo), la filosofía de la historia podría llegar a ser algo así como una historia al cuadrado.

Cuatro días después de haber leído los exabruptos de Mumford sobre Spengler veo que ayer EL PAIS extractaba una frase de un cantaor flamenco que no tenía yo el gusto de conocer, un tal José Mercé, para que nos la traguemos como titular: AHORA LOS BARBAROS SOMOS NOSOTROS.

El periodismo no es la historia al cuadrado sino la filosofía más barata y machacona, y el de nuestro país parece empeñado en que pensemos que todo lo que rodea a Europa es cultura y que lo que hacemos en Europa es barbarie. Juan Cruz, el afamado periodista que firmaba la entrevista al tal Mercé debería ser enviado ahorita mismo a Siria a empaparse de civilización y cultura. O a Venezuela, mismamente. Y con prohibición expresa de que volviera a poner los pies en Europa. Se enteraría así de qué es la civilización y qué es la barbarie. Para que no le pase lo que a última hora le pasó a Spengler.