sábado, 17 de septiembre de 2011

222. FORT HALL, Idaho (CAMINO DE OREGÓN - 1967 - ANDREW V. MCLAGLEN)

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Elegimos para ver como peli de la semana la tercera entrega de la serie de películas más exitosa actualmente en Italia (así está el país...) y no aguantamos ni diez minutos. MANUAL DE AMORE 3 se llama. Dice el director que va a hacer hasta cinco. Dios libre a Italia.

Cambio de programación. Del blog de Arsenevich me había bajado una francesa, LES AMOURS IMAGINARIES, pretenciosa película en blanco y negro sobre chicos y escenas de mayo del 68. Los primeros diez minutos se nos hicieron tan pesados que gritamos ¡cooooorteeeeen! Truffaut salve a Francia.

Como no podíamos permitirnos un tercer fracaso, puse CAMINO DE OREGON (1967), un viejo western con el que, como el en caso de OPEN RANGE, quería volver a relacionar los paisajes de este verano con lo que nos cuentan las películas.



Aguantamos las casi dos horas que dura y vimos que los ingredientes decorativos encajaban: caudalosos ríos, high desert, cortadas salvajes como las del Crooked River y montañas rocosas con suelo de lava negra y pino oregón. Pero también reparamos, ay, en que aquellas películas de la infancia parecían más bien como... ¡de la infancia del cine!, y que el hecho de estar rodada justo a la vez que se fraguaba allí mismo, en la costa Oeste, toda la contracultura de los 60, era también como de escándalo.

Pero me dejo de análisis cinematográficos y sociológicos y rescato un punto del recorrido de la caravana que me llamó la atención: Fort Hall. Algunos de los expedicionarios en la película dicen allí de ir a California en vez de ir Oregón poniendo en riesgo la integridad del grupo, y eso fue suficiente para que lo buscase con google.



En efecto, Fort Hall existió. La wiki da cuenta del mismo y lo coloca en el mapa, y hay también una página histórica en la que se habla de un desolado lugar por el que en poco menos de veinte años (entre 1836 y 1856) pasaron nada menos que 270.000 emigrantes en precarias caravanas de carretas, buscando asentarse en el Oeste. Tremendo lugar, pues, y encima ¡con el nombre del periodiquillo que fundé! ¡el Hall!

Parece que hay un museo, como siempre, y reconstrucciones reales e imaginarias con muchas chorradas para turistas. Como siempre. Yo ya no estoy para ir en caballo ni en carreta, y no es cosa de volver en coche ni hacer turismo del tonto, así que enciendo los cohetes del spypnic y me voy para allá a echar un vistazo. Cerca del lugar donde estuvo el mítico Fort Hall (he puesto arriba la única foto parece que veraz de sus restos) construyeron un anodino pueblo que ahora tiene unos tres mil habitantes y al que le pusieron el mismo nombre. Visto desde el cielo tiene el típico paisaje de ronchos de regadío de media norteamérica.



Y con un par de fotos arrambladas de aquí y de allá vemos las montañas que tiene alrededor.





Pero el elemento geográfico más notable de Fort Hall no es el campo ni los montes (¡ni por supuesto las casas!) sino un río que tiene uno de los nombres más bonitos del mundo, el SNAKE RIVER. Claro que... como hablar de un río son palabras mayores, lo dejo para la sección recién inaugurada de MONTES si es que alguna vez tengo la suerte de ver sus aguas en vivo y en directo.

Aunque..., bueno, lo mismo las he visto sin saberlo. Volando de Dallas a Oregón y pasado el Salt Lake vi por la ventanilla un río precioso que se retorcía por entre resecas colinas y aunque no sabía que por allí había un río que se llamaba SNAKE RIVER, casi me lo imaginé y le puse nombre. Estupendo fondo de pantalla para la semana.


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