miércoles, 25 de octubre de 2017

892. SEBASTIAN CASTELLIO



Leo casi de una sentada CASTELLIO CONTRA CALVINO de Stefan Zweig. Es un libro vibrante y apasionado.


Es evidente que, por estar escrito en 1936, Zweig proyecta en el calvinismo el horror que le producen los avances del nacionalsocialismo. El retrato que hace de Calvino es demoledor. Y la narración del proceso que siguió éste contra Miguel Servet te pone los pelos de punta. En una de las visitas turísticas que hice a Ginebra pude ver el siniestro monumento a los reformadores calvinistas, pero como turista que era, por nada del mundo podía yo entonces haber imaginado el nivel de terror físico y espiritual que pudieron crear Farrel y Calvino en esta ciudad a mediados del siglo XVI.


Como en el caso Cataluña contra España, en que todo parece indicar que vamos a la hoguera, todas las simpatías se te van con la víctima, o sea, con el desgraciado Miguel Servet. Zweig se hubiera alegrado de que la ciudad de Zaragoza pusiera su nombre en 1984 a su hospital universitario. Combinar los misterios de la Santísima Trinidad con el descubrimiento de que la sangre se oxigena en los pulmones y desafiar a Calvino, todo a la vez, llevó sus huesos a la hoguera. Pobre Servet. De un pueblo de los Monegros salió (!), Villanueva de Sigena.


A un grupo de librepensadores se les ocurrió levantar un monumento en Champel, el lugar en que fue quemado cerca de Ginebra, pero según cuenta la wiki, el texto de la lápida parece más un elogio de Calvino.


Cuando hace cinco años, en octubre del 2012, entré en la Catedral de San Pedro no reparé en la silla de ese personaje tan siniestro:


Aunque seguramente pensé que el calvinismo y la arquitectura moderna tuvieron mucho en común.


No me apetece ensuciar este post con un retrato de Calvino (ya está en ese "moderno" paredón ginebrino que he puesto más arriba). El mejor sitio para toda la gentuza que quiere imponer sus ideas cueste lo que cueste, es la oscuridad. Así que lo mejor de la terrible historia que se abatió sobre Ginebra a mediados del XVI y que tuvo sus efectos en buena parte del mundo, llegando hasta el odioso puritanismo norteamericano, esa historia de nunca acabar que Zweig cuenta con tintes de novela negra, lo mejor de esa historia, digo, es la aparición final de un buen hombre, Sebastian Castellio, que escribió en Basilea (gran ciudad) lo que nadie se atrevía a decir, dando sustancia a una palabra, TOLERANCIA (tolerancia ante el pensamiento distinto del otro), que llevamos años arrastrada en el barro de los medios de comunicación y de cualquier propaganda oficial.


Las condiciones en que se editó su CONTRA LIBELLUM CALVINI, la milagrosa supervivencia de algunos pocos ejemplares y el libro de Stefan Zweig, han conseguido rescatar del olvido a ese hombre, Sebastián Castellio, al que no podemos por menos que nombrarlo aquí HÉROE SPYP.


Me olvidaba del "sabio" Melanchthon, el fundador de la psicología ("los estudios del alma"). Siempre había oído hablar bien de ese "gran" hombre cuyo retrato, obviamente, tampoco voy a poner aquí. En 1529 fue uno de los firmantes de la protesta de Spira pidiento TOLERANCIA religiosa al emperador Carlos V. En 1553, después de la vil ejecución de Servet escribió a su "buen hermano" Calvino (pag 155 de edición de Acantilado): "La Iglesia te da las gracias y el futuro te dará las gracias. Vuestros magistrados han actuado correctamente al condenar a muerte a ese blasfemo". El spyp también le da las gracias, claro: por haber sido el pionero en el actual uso de esa maldita palabra.