sábado, 23 de enero de 2021

927. LE LAC DE DERBORENCE, Cantón del Valais, Suiza

 


Si en los dos viajes anteriores del spypnic habíamos ido a recintos arqueológicos, es decir, a ver ruinas de civilizaciones humanas, en esta nueva salida vamos a ir a ver otro tipo de ruinas pero mucho más grandes: tan grandes tan grandes que si no te lo cuentan no las ves. Ahí, en ese idílico fondo de valle suizo vemos un pequeño lago llamado Derborence, con arroyos, prados y laderas alrededor, todo en paz. Pues bien, la propia existencia de ese lago es producto de un terrible desplome de las montañas situadas justo al norte, es decir, los famosos Diablerets donde estuvimos esquiando hace un par de años. Elevamos un poco nuestra nave y ahí lo vemos:


Os cuento lo más escuetamente posible cómo me enteré de esto. Rehojeando el tostón de libro LA MONTAÑA Y EL ARTE, de Eduardo Martínez de Pisón, en el que todo son parabienes (si la montaña es maravillosa y el arte es lo más de lo más, pues todo junto babas en canal, etc etc), encontré unas pocas páginas dedicadas a la escasísima disidencia respecto al sentir general, es decir, a los cuatro pirados que han dicho que el monte es cosa mala y fea. Como argumento inapelable, el escritor suizo Ferdinand Ramuz usó en una de sus novelas los terribles desprendimientos ocurridos en 1714 y 1749 en un pequeño rincón alpino, en los que se calcula que cayeron sobre el valle nada menos que 50 millones de metros cúbicos de roca calcárea, y que por considerarse obra del diablo hicieron que las montañas cambiaran de nombre: de llamarse Rochers y Scex de Champs, a llamarse Diablerets. 

Como las montañas son muy grandes, toda esa masa de rocas que señalo con ese punto no parece nada, pero díselo a lo que quedó debajo...

Ahora bien, como el spypnic tiene lectores viviendo muy cerca de allí, que seguro que preferirán ver los restos de la catástrofe con sus propios ojos, tengo que advertirles que si diábolica es la montaña con sus desprendimientos, no menos diabólicas son las carreteras suizas que penetran por esos valles de dios. 


Si los poco más de diez kilómetros que van desde Aven hasta el lago te ponen los pelos de punta solo de verlos con el google street view, qué no será recorrerlos en coche temiendo que en cualquier curva te venga otro automóvil de frente. Sobre todo cuando vuelves de Derborence, que es cuando vas por el lado del precipicio (!!!).




Mucho mejor verla con el spypnic o en todo caso en un paseíto en bici, aunque el desnivel entre Aven (942m) y el lago (1.461m) es de unos 500 metros.