miércoles, 10 de septiembre de 2014

751. PIEDRALÉN, CARLOS GIL ANDRÉS, 2010



Vientidos euracos, veintidos, pagué este verano por este libraco porque un amigo, gran escritor mundial, me dijo que en La Rioja había otro escritor (local) que había escrito sobre la misma montaña de Cervera que él en parecidas fechas. Pero resulta que el escritor local es sobre todo historiador (ah) y por encima de sobre todo, de izquierdas (ah ah) y al final (o por el medio del libro) va uno y descubre que no está leyendo la historia de un campesino anónimo de Cervera sino el libro de un historiador local que aspira a ser escritor mundial, o sea, que escribe sobre sí mismo, ...como yo en el blog, vaya, pero no gratis sino a 22 euros la pieza. Que es diferencia. 

De entrada tiene un prólogo de algún mentor suyo en historia que echa para atrás, lo cual ya es un serio aviso de que habrá que separar el trigo de la paja. Que el libro te interne en la guerra de Cuba de la mano de dos desertores de Cervera del río Alhama que intentaron en vano escapar de tan injusto y lamentable destino, es suficiente como para curiosear y arrancar a leer, pero cuando el Autor descubre (y nos cuenta) que su campesino anónimo y rebelde vuelve de la guerra, se instala en Cervera y se convierte en un hombre de orden (de derechas), el pobre Autor se lleva una decepción enorme y casi continúa su investigación con desgana, o seguramente, para seguir hablándonos de sí mismo más que del pobre descarriado. (Aquí el firma:).

 
Y es que se ve que en la cabeza de un historiador de fin de siglo no cabe que la rebeldía contra la injusticia de las levas para una guerra estúpida pueda tener continuidad con esa otra rebeldía que considera injusto que todos tengan lo mismo cuando unos se esfuerzan y trabajan más que otros y se merecen más que otros, o cuando uno considera que el deseo del orden es la mejor razón para ser rebelde.  

Por lo que he oído por ahí, Carlos Gil Andrés ya tiene un nombrecito y recibe encargos como escritor, lo que no deja de ser un milagro ni aún escribiendo para los pocos izquierdistas que aún compran algún libro. ¿Pero que lo haya comprado yo? ¿Que haya pagado yo 22 euracos por esa historia, qué digo historia, por un juicio a un hombre de pueblo con una sentencia deleznable (véase pag 350) y haya invertido yo un buen puñado de horas de este verano en su lectura? Hombre, eso tampoco tiene perdón. 

Lo vendo por 10. O por 8...  Y si me apuráis un poco, por 4. Qué por cuatro, por 2. Menos no, hombre, que el papel sirve para encender la chimenea en invierno. Y a falta de periódicos... buenos son libros.