lunes, 9 de mayo de 2011

208. NO ANONIMO

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Sigo sin entender que grandes pensadores contemporáneos, como por ejemplo Félix de Azúa, puedan prestarse a la erupción de la escritura anónima que ha generado internet como subproducto de los blogs y foros de noticias, sin hacer nada ni escribir nada que lo ataje o le ponga coto. Una vez más, creo que se trata de una cesión a la estupidez de los editores, -algo que por otra parte me parece igualmente ininteligible.

En el epílogo de EL PENTAGONO DEL PODER, Mumford vuelve a los aspectos claves en la evolución y conformación de eso que llamamos ser humano (tema ampliamente tratado en EL MITO DE LA MAQUINA), y al mencionar el sintagma bíblico de la encarnación del verbo como proceso necesario para el desarrollo intelectual del propio verbo y la construcción de la humanidad, cita un verso de Walt Whitman que en otras lecturas me había pasado desapercibido:

"Yo y los míos no convencemos con argumentos: convencemos con nuestra presencia".

Todos los que hacen de internet el paraíso del anonimato son enemigos de la libertad de expresión que internet nos ha regalado por lo que no es de extrañar que quienes desde sus posiciones de privilegio no necesitan de dichas libertades no hagan nada por el deterioro de la comunicación en internet.

Frente a los procesos de desarrollo y evolución de la humanidad, que más allá del sintagma bíblico, Mumford lo expresa con el término "materialización", la "eterealización" sería el proceso opuesto, es decir, el del desmantelamiento y derribo de todo lo construido por el hombre. El paso de la escritura en papel a la escritura digital pudiera ser tomado como un signo de eterealización, pero yo creo que en este caso el soporte no es fundamental y que sí lo es, sin embargo, la proliferación de la escritura innominada.

Como decía Jünger, la inviolabilidad del domicilio no hay que esperarla del Estado: se defiende llamando a los hijos y empuñando las hachas ante la puerta. Hoy más que nunca la opinión hay que defenderla con el cuerpo que se representa con nuestro nombre. Todo lo que sea anónimo en internet no sólo no merece la curiosidad de una lectura distraída , sino el rechazo moral más enérgico.
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