martes, 31 de mayo de 2011

211. EL HOMBRE DE CIEZA

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Fue hace cuatro o cinco años que descubrí a Antonio F. Marín a través de su blog en internet. Me enganché a él y lo fui siguiendo día a día por lo políticamente incorrecto que era, -algo que yo esperaba que iba a ser la tónica general en internet. Sus opiniones desprejuiciadas iban mezcladas con otros post de fotos eróticas a las que hacía breves comentarios que mostraban una mirada igualmente diferente y llena de matices sobre el sexo. Mientras que la mayoría de los blogs eróticos que iba descubriendo eran anónimos, el de Antonio F Marín tenía nombre, apellido, foto del autor y lugar: un pueblo de Murcia, Cieza. Y eso era más desconcertante y atractivo aún que lo políticamente incorrecto de sus opiniones.

Antonio alimentaba a diario su blog, seña inequívoca de su compromiso con sus lectores o de su vocación periodística, y eso hacía que el interés pudiese decaer de vez en cuando por la repetición de los temas y opiniones. Pero como una chica nunca es igual que otra y todas son hermosas, siempre había una excusa para abrir su blog.

Le posteé varias veces y hasta creo que le felicité vía mail por su contenido y desparpajo, pero como suele ser habitual en internet, las opiniones de otro sexo siempre son mejor bienvenidas que las del propio, y la atención a los comentarios, sean de gente que da la cara o que se esconde tras un nick, acaba por ser bastante irregular. Un buen día, el propio Antonio se debió de dar cuenta de ello y suprimió los comentarios al blog, con lo que pareció que le cortaba las alas. Más adelante suprimió las chicas y la periodicidad diaria y lo dejó con la columna semanal que publica en un diario local.

Internet y los blogs abrieron la posibilidad de contactar con mucha mayor facilidad con los escritores que te interesan. Como yo ya había experimentado el contacto con escritores de libros a través de la correspondencia postal pensé que internet y los blogs iban a multiplicar por mil el contacto entre escritores y lectores pero en cuanto empecé a ponerme en contacto con escritores de blogs descubrí que no era así. Eran casi más raros los lectores que se estaban poniendo en contacto con los autores de blogs que los que antaño se ponían en contacto vía correo postal con los escritores de libros. La gente prefería darse al comentario y al anonimato que al saludo personal y la amistad duradera. La gente de internet prefiere abrir un blog como quien abre un canal de televisión y cerrarlo en cuanto le deja de interesar.

A partir de un post en el que denunció una patética rehabilitación en Murcia y que motivo otro post mío, el n72 de Cascotes (13 de marzo del 2008) , eché un vistazo a Cieza con el Google Earth y me pareció un lugar con un emplazamiento singular y muy digno de visitarse, máxime teniendo como vecino a tan curioso personaje.

El deseo se cumplió en la pasada Semana Santa y de ello da cuenta la foto que abre este post.




Nuestra visita a Cieza y el encuentro personal con Antonio, lejos de cumplir un deseo y de cerrar un periodo, abrió otro nuevo mucho más interesante, porque después de dar un paseo con él por Cieza y de mostrarnos la bellezas de la peña de la Atalaya y de la huerta del Segura, nos regaló un par de sus libros-novelas que nos tuvieron la mar de entretenidos en los días de la Semana de Pascua y en muchos otros de este mes de mayo.



A pesar de estar pobremente editados por un amigo suyo y plagados de erratas, la escritura personalísima de Antonio se abre camino, y nos ha recordado en la repetición, la obstinación, la riqueza de detalles, la capacidad de observación y el fino sentido del humor, a la escritura obsesiva de Bernhard, Azúa, Zorn, González Sainz, o tantos otros grandes pesimistas, que tanto nos muestran con su mirada personal la idiotez del mundo que nos rodea, como nos consuelan hallando en él sus más escondidas bellezas.

En el caso de Antonio hay que añadir además un ingrediente erótico ajeno en otros grandes escritores, y que en su caso conecta con lo mejor de lo que internet y los blogs anónimos están sacando a la luz en materia de sexo, fantasías y relaciones personales.

Enrique (otro bloguero amigo gracias al cual tengo el placer de haber visto en directo a Porcupine Tree y Antonio Vega) me facilitó el contacto telefónico con Antonio y nos señaló que no debía ser fácil ponerse en contacto con él, pero nuestro encuentro fue todo lo contrario de su predicción: inmediatez, amabilidad máxima y comunicación a borbotones. Antonio nos dijo que vivía bastante aislado y desconocido en su propio pueblo, pues para poder escribir con constancia era necesaria cierta misantropía. Sin embargo, después de la lectura de sus dos novelas ambientadas en Cieza, no creo que haya habido ni habrá otro escritor que más haya hecho por eso que dicen ahora los periodistas de “poner a su pueblo en el mapa”.

Algún día Cieza descubrirá a Antonio y le pondrá (o le deberá poner) un monumento. De momento nosotros ya le hemos saludado personalmente y gracias a esa visita y a sus libros hemos conocido a fondo Cieza. Falta que esas dos novelas suyas que hemos descubierto sean reeditadas con un poco más de esmero. Pero aún así, yo me apostaría algo a que nadie ha escrito nada mejor sobre Cieza, por lo que no creo que sea muy aventurado decir que Antonio es el escritor de Cieza, el hombre más universal de Cieza. Porque alguien que escribe sobre un lugar pequeño con tal obsesión y amplitud de miras y que desde el primer momento lo hace desde la red de redes de comunicación, es mucho más que un escritor local. Yo diría que es un gran escritor, un escritor muy digno de ser tenido en cuenta por muy lejos que uno se encuentre de Cieza.



(Esta última foto de Cieza hecha desde la peña de la Atalaya es de algún amable fotógrafo que la ha colgado en Panoramio. Muchas gracias)
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