jueves, 13 de octubre de 2016

857. ¿QUE HARÁ DYLAN AHORA?



La Academia Sueca de los Premios Nobel ha tardado cuatro años menos cuatro días en atender la solicitud que hiciéramos en el SPYP sobre la importancia de escuchar a Dylan entendiendo sus letras (v SPYP 455).  Pero como ya veía yo en las estadísticas del blog que entraba mucho sueco últimamente por aquí, no me ha extrañado que al fin los niños vayan a estudiarlo en sus libros de texto. Estaba cantado.


A Dylan le sienta bien la pajarita, e incluso podría acudir con el traje ese negro de cuáquero o predicador,


Pero a ser posible con sombrero de ala plana, que le sienta de maravilla.


Aunque en la Academia progre sueca seguro que prefieren que vaya con gorrilla de paria:


Cuando le dieron el Premio Nobel de la Paz al presidente de Colombia (justo después de perder el referéndum de la presunta Paz con los guerrilleros), sentí una lástima enorme por todos esos químicos, físicos o médicos que tienen en el Nobel de su especialidad el premio a toda una vida entregada al avance de la ciencia.

El Nobel de Literatura es más folklórico (de ahí que se lo den a un cantante de folk...) y a primera vista, el único efecto importante es la inclusión de un par de líneas con el nombre del premiado en los libros de literatura de primaria. Pero lo que intriga ahora es la respuesta de Dylan a la Academia. ¿Irá o no irá a recogerlo? ¿Con sombrero de ala plana o gorrilla de proletario? ¿Hará un discursito, o compondrá una canción sobre la dinamita? ¿Irá con la guitarra o la dejará en casa? y de ir con la guitarra, ¿con la eléctrica o la acústica? etc.

Como en el Spyp siempre vamos muy delante de los tiempos, pensamos que lo importante no es que le hayan dado el Nobel a Dylan sino el reto que se le plantea a Dylan con toda la prensa mundial encima. Recordemos que Dylan no sólo salió en el SPYP por la belleza de su lírica sino por el modo en que trató a la prensa cuando se agarró a la guitarra eléctrica o decidió hacer una película, motivos por los cuales le hicimos aquí HEROE SPYP.

Plantear un reto así a un hombre de setenta y cinco años es una canallada. ¿Pero qué premio no lo es?