Vemos esta castaña con la etiqueta de "sexy thriller" porque alguien nos había dicho que en la primera parte de la película las situaciones previas a un posible "intercambio de pareja" pudieran tener algún morbo o interés. Supongo que llevados de esa curiosidad no caímos en la cuenta de lo mala que era hasta la mitad de la peli, donde al guión se le ocurre dar un giro brusco hacia el cine de crímenes e incomunicaciones y nos empieza a entrar la risa como si estuviéramos en una sesión de cine-basura (mejor dicho, me entra, porque la presidenta del cine club se quedó sopa).
Kevin Kline, al que vimos recientemente en The anniversary party, pone todo el rato la misma cara de tonto.
Kevin Spacey pasa de ser un cachondo divertido a un inverosímil criminal.
De la actriz principal paso, porque no me dijo nada.
Y de la cuarta, la que no sale en la carátula, me quedo con el nombre: nada menos que Rebecca Miller, la futura directora de tres interesantes películas de mujeres que ya hemos visto y comentado aquí. Qué pequeño es el mundo.
Todo ello era en 1992 bajo la dirección de Alan J Pakula. Otra víctima de la carrera por querer ser Hitchcock.