Los componentes de la banda local de rockabilly ULTIMO
TREN se lamentaban del frío al ver que en el BIRIBAY no íbamos a ser ni veinte
los que asistiéramos al concierto del pasado jueves 2 de febrero (¡día de la
marmota! por cierto).
Pero al final del concierto y en vista de cómo había sonado aquello,
empecé a pensar que el problema no era ni el frío ni el grupo, sino el bar, y
de verdad que siento decir esto porque creo que fui el primero que saludé la
apertura de este local (v. el LHD BIRIBAY JAZZ CLUB )
El concierto estaba anunciado para las diez. Nosotros
llegamos a las diez y cinco ¡y ya estaban tocando! ¡Albricias! ¡Ya somos
Europa! me dije, pero no, falsa alarma, sólo estaban probando. En el bar no
había más de seis o siete personas. Nosotros debíamos de ser los octavos y el volumen
de los amplificadores parecía estar dispuesto para un estadio de fútbol. Uno de
los componentes del grupo le dijo al de la mesa que..., “hombre, para los pocos
que son, encima no les vamos a agredir...”, pero el de la mesa (el hermano del
Biri creo que es) o ya ha perdido del todo el oído, o no se dio por enterado, y
aunque la guitarra del cantante y la del bajo aún se podían oír, la guitarra
del solista sonaba a rayos y chirriaba como un cerdo mal matado. Estuvimos a un
tris de irnos, pero pensé en lo fría que estaba la noche y los fríos que
estarían los bares sin música en directo, por lo que mira por donde, gracias al
frío, hubo dos personas más.
No parece mal músico el guitarra solista pero si confunde el sonido de la guitarra con el de la chatarra se lo tendrá que mirar. Mi vecino, el bajista, lo hace estupendamente. El batería es básico, y
ya vale, que el rockabilly no es rock progresivo. La figura del grupo es su
cantante, Pelayo, que tiene buena voz, se desenvuelve bien con el inglés y tiene una imagen muy apropiada al género; pero aunque, por lo que se ve, no le falta experiencia, aún necesita algunos pulidos -en la voz y en la forma de estar frente al público.
Dicho de otra manera y para que se entienda: en el concierto
de la semana pasada, el de Dr. Trotsky, en un bar con peores condiciones y con
un grupo mucho más verde, todo fue mucho más divertido. Ni los jóvenes componentes
del ULTIMO TREN ni los dueños del BIRIBAY supieron entender las circunstancias de la noche del 2 de febrero y darle un giro mucho más cálido y directo al concierto. Y eso sí que te deja frío.
Dos cosillas más. Entre la prueba de sonido y el concierto
propiamente dicho, los del bar metieron música soul a todo volumen. Para
catorce que estábamos. Y por supuesto, no dejaron ni un segundo de silencio
entre la música de lata y la del grupo. Después de tocar una decena de temas,
la banda paró para decir que iban a dar dos pases ¿Vendría más gente un jueves
pasadas las doce? No nos quedamos a averiguarlo. Nos fuimos pensando lo que
apuntaba al principio, que detalles así te acaban por quitar las ganas de ir a
este tipo de bares y de conciertos.
Buen nombre para el declive de este tipo de noches. ULTIMO TREN. Lo cogemos, porque no hay otro.
(He intentado poner el vídeo que tienen en myspace pero no funciona. Por los vídeos que tienen colgados en youtube se ve que batería y guitarra solista van cambiando, de lo que se deduce que si el núcleo del grupo son el cantante y el bajista, hay esperanza. Os pongo este de otro concierto algo más animado y con un solista menos brillante, pero que al menos no chirría como el del pasado jueves. Y machacar a Elvis siempre está bien).
(He intentado poner el vídeo que tienen en myspace pero no funciona. Por los vídeos que tienen colgados en youtube se ve que batería y guitarra solista van cambiando, de lo que se deduce que si el núcleo del grupo son el cantante y el bajista, hay esperanza. Os pongo este de otro concierto algo más animado y con un solista menos brillante, pero que al menos no chirría como el del pasado jueves. Y machacar a Elvis siempre está bien).