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Me resulta divertido anotar cómo llegan algunas películas a nuestra pantalla. Y como salen. La presi del cine club vio este sábado que salía a subasta el corsé que vistió Marilyn en BUS STOP y me mandó a por ella. Trescientos mil dólares, parece que piden. Por el corsé ¿eh? no por la peli. El corsé es asunto de fetichismo. La película, puro naif. Tanto, que en los interminables diálogos finales, idas y venidas y tiras y aflojas en la famosa parada de autobús entre Montana y Arizona, donde Marilyn se decidía si se iba a vivir entre vacas en vez de acabar en Hollywood (con el previsible final que uno se imagina), acabé frito.
Busco fotogramas en la red y no encuentro ni uno de la parada del autobús que da título a la película.
La gente prefiere las escenas iniciales del cabaret y hasta de esa primera ridícula escena de enamoramiento entre paja.
Tampoco encuentro fotogramas del espectacular rodeo (la presi se quedó con ganas este verano de haber ido a alguno). Solo uno de la también espectacular cara de Marilyn sentada en el graderío:
A mi me cautivó el paisaje de montañas nevadas que rodea al pequeño y coqueto establecimiento donde para el autobús. Seguramente porque nada hay más naif que la nieve. Bueno sí, las fotos. Ahora que lo pienso, creo que es en las fotos como mejor quedan las películas. Hacen que las pelis se parezcan a la vida. A la vida en naif.
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Me resulta divertido anotar cómo llegan algunas películas a nuestra pantalla. Y como salen. La presi del cine club vio este sábado que salía a subasta el corsé que vistió Marilyn en BUS STOP y me mandó a por ella. Trescientos mil dólares, parece que piden. Por el corsé ¿eh? no por la peli. El corsé es asunto de fetichismo. La película, puro naif. Tanto, que en los interminables diálogos finales, idas y venidas y tiras y aflojas en la famosa parada de autobús entre Montana y Arizona, donde Marilyn se decidía si se iba a vivir entre vacas en vez de acabar en Hollywood (con el previsible final que uno se imagina), acabé frito.
Busco fotogramas en la red y no encuentro ni uno de la parada del autobús que da título a la película.
La gente prefiere las escenas iniciales del cabaret y hasta de esa primera ridícula escena de enamoramiento entre paja.
Tampoco encuentro fotogramas del espectacular rodeo (la presi se quedó con ganas este verano de haber ido a alguno). Solo uno de la también espectacular cara de Marilyn sentada en el graderío:
A mi me cautivó el paisaje de montañas nevadas que rodea al pequeño y coqueto establecimiento donde para el autobús. Seguramente porque nada hay más naif que la nieve. Bueno sí, las fotos. Ahora que lo pienso, creo que es en las fotos como mejor quedan las películas. Hacen que las pelis se parezcan a la vida. A la vida en naif.
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