Anda el país revuelto con el asunto de la así llamada "reforma laboral" y hace unos días los agitadores me enviaron un pps para que me escandalizara con las propuestas del gobierno sobre el recorte de los derechos de los trabajadores consiguiendo el efecto contrario: de lo que me quedé escandalizado es de saber a dónde habían llegado aquí los "derechos" de los trabajadores (tanto de los torcidos como de los derechos).
Se ve que durante todos estos años de bonanza económica, entre los sindicatos, los empresarios y los gobiernos han ido poniendo normas y dineros al asunto de las relaciones humanas en torno al trabajo, dejando en el olvido lo que es el trabajo y lo que son las relaciones humanas.
A propósito de todo ello me viene a la memoria el recuerdo de la boda de un delineante de mi despacho al que le comenté con sorna que con quien en realidad estaba casado era con nosotros (a quienes nos veía todos los días y a todas las horas), y que lo del tradicional casamiento era para las pocas horas libres que nos quedaban antes de quedarnos dormidos y para los fines de semana, ja ja ja. Y como entonces nos las prometíamos muy felices en el despacho, hasta pude llegar a pensar que lo nuestro seguramente sería más duradero que lo de su boda. No fue así, y y ahora me pregunto que si en el contrato con su mujer hubiera habido tantas clausulas como en los contratos laborales el resultado hubiera sido distinto. Yo siempre entendí que las relaciones de trabajo eran relaciones tan humanas y tan honestas como las amorosas, porque la vida se nos va tanto en lo uno como en lo otro.
Pero se ve que no. Se ve que todo lo relacionado con el trabajo ha sido ya convertido en dinero y normativa y que cualquier atisbo de confianza mutua entre los que organizan el trabajo y quienes lo llevan a cabo (generalmente a la par) ha desaparecido para siempre. Eliminar toda esa normativa reguladora significa volver a pensar en el trabajo y en las relaciones humanas de mutua confianza, y eso al parecer les está vedado a los empresarios, los sindicalistas, los trabajadores y los hacedores y rehacedores de normativas (a estos últimos parece que no les falta trabajo).
Mal panorama.