miércoles, 25 de enero de 2012

310. MELANCHOLIA Y SUPERNOVA



Ya casi estoy a punto de dejar de ver cine porque se ve que, o no entiendo nada, o nadie hace ya películas para mí. Aún vuelvo ante la gran pantalla como un desesperado, pero cada vez me quedan menos fuerzas. Sobre todo después del mareo que cogí con la última "obra maestra" de Lars Von Trier, MELANCHOLIA (2011). La película empieza con unas cuantas imágenes subrealistas y música de Wagner de fondo, o sea, como Muerte en Venecia más o menos (porque Venecia siempre ha sido una ciudad subrealista). Luego la cosa parece animarse con una boda que apunta a desastre, pero lo que empieza a ser terrible es el mareo que uno va cogiendo con los continuos movimientos y zooms de la cámara al hombro. Si el director quería transmitir la sensación de mareo que puede producir el pedo de una boda, muy bien, pero yo no quería ir a una boda sino ver cine, y casi me tengo que levantar a vomitar. Me tomé una tila y volví a la butaca pero el tío seguía moviendo la cámara como si tuviera mal de nervios, daba igual que ya no hubiera boda sino un mal rollo familiar. Opté entonces por dormirme y me desperté en los créditos justo para leer que el director le daba la gracias a Penélope Cruz (?). No decía por qué. Lo mismo le ha inspirado (!). Mientras lo uno y lo otro, el motivo musical de Tristán e Isolda no paraba de repetirse una y otra vez. Creo que le cogí más manía que al de Mahler de Muerte en Venecia. 

Dos días antes, es decir, el viernes a las once, vi que Vicisitudes, Sordideces y Viruete programaban otra sesión mensual de cine-basura (creo que va a ser mucho más recomendable seguir su consejo y ver sólo una película al mes), para la que habían elegido nada más y nada menos que una jrandiosa producción española de 1992 a mayor jloria de Marta Sánchez: SUPERNOVA.


Como no tenemos Canal+ (ni pienso) la vimos a través de la web que daban en su blog, aunque solo la vimos, claro, porque los comentaristas (Paco Fox, Viruete y un invitado de Cinemanía) apenas dejaron oír una frase de la película, -tales eran sus risas y el cachondeo que se traían. No es que estuviera muy interesado yo en la calidad de los diálogos de semejante engendro pero es que para poder reírse a gusto habría que oír cuando menos algo. La que se mareo en esta ocasión fue la presi, que como es muy aficionada y no suele levantarse de la butaca como yo, optó por quedarse frita. 

Si queréis mi consejo, y puestos a elegir entre MELANCHOLIA o SUPERNOVA, yo os aconsejaría SUPERNOVA, más que nada porque es mucho más corta y seguro que te ríes sin los comentarios de los frikis que la programaron. Y además, porque el director no mueve la cámara tanto y porque la música de Marta Sánchez, con todo lo hortera que es, acaba por ser menos estomagante que la aislada frase de Wagner, grandilocuente y machaconamente utilizada.