Viendo Fitzcarraldo nos acordamos de la hija de Kinski y nos programamos CORAZONADA, de Coppola (1982), una película que en su tiempo nos pareció algo sosa y que treinta años después, nos ha parecido una maravilla. Iba a empezar diciendo que pasa con ella como con la película de Herzog, es decir, que está tan fresca como el primer día, pero no es eso: está mucho mejor. Ha madurado. El cine puede ser como el vino bueno, que mejora con el tiempo. Y si eso pasa con CORAZONADA supongo que es por el buen material que posee, por el cuidado amoroso de cada plano, de cada imagen, de cada detalle, de cada artificio.
La historia debería recompensar a Coppola, que según me entero por un blog de cine muy majo, ya cerrado pero aún visible (ANTARCTICA STARS HERE), con esta película se arruinó.
Ciertamente la Kinski está espléndida pero la sorpresa de esta película es TERY GARR. Mientras todo el poder de Natassja está en la extraña belleza de su rostro, el de Tery radica en un cuerpo nada llamativo pero que según avanza la película se va haciendo más y más encantador..., hasta hacerse ¡memorable!.
Treinta años después, Tery podría haber hecho de la Tatcher mucho mejor que la insoportable Merryll Streep (que no iré a ver), pero por lo visto sufre esclerosis múltiple y se ha convertido en una infatigable luchadora contra esa enfermedad. Curiosamente se la diagnosticaron en los años en que hizo CORAZONADA.
Un apunte más y esta vez sobre el contenido. Hace unos meses estuve releyendo cartas de novios y aparte del sonrojo por toda su natural cursilería, saqué la conclusión de que por debajo de la experiencia del amor hay una terrible y perenne duda. Una duda mezclada con miel, pero cruel como ninguna. Y que esa es la clave de esta película: la mezcla sin fin de las dudas y el neón.
Dejo la nota encontrada en Antarctica, que es una buena información:
CORAZONADA (1982) - Francis Ford Coppola
El gran defecto de todo genio es la megalomanía que por otra parte les distingue.
Un envalentonado Coppola soñó con recuperar el género músical y no se le ocurrió idea mejor que construir una réplica de la ciudad de Las Vegas en los estudios de la Zoetrope de San Francisco.
Mandó construir edificios enteros, asfaltó carreteras de pega e iluminó todo ello con cientos de letreros luminosos. Contrató a una secundaria resultona (Teri Garr) para llevar el peso de semejante mastodonte y colocó a su poco glamuroso primo (Frederick Forrest) como su partenaire en un nuevo acto de depotismo a los que el genio italoamericano nos tiene acostumbrados.
La película resultó ser un brillante juego de manos. Un truco de magia tan superficial como llamativo. Y como era de esperar, se estrelló en taquilla.
Costó 26 millones de dólares…. Recaudó poco más de medio millón… De paso, condenó a Francis Ford Coppola a malvenderse durante el resto de su vida para afrontar las enormes perdidas generadas. De hecho, a día de hoy, aún no ha cubierto las deudas (infladas por los tremebundos intereses bancarios generados) que provocó la película.