Como decía en el post anterior, creo que no me gusta Lou Reed. Este mes ha sido noticia porque le han hecho un transplante de hígado y al parecer ha salido bien. Me alegro por él. Pero en cuanto ha vuelto a la vida se ha unido al coro de la gente que ataca la libre difusión de la música por internet, y le ha puesto nombres: el mp3 y Steve Jobs (pobre Jobs). La música va a morir, dice, ja ja ja, cómo si no estuviera ya muerta, ja ja ja. ¿No será que el que se va a morir es él?
Ahora ataca al mundo pero de joven eligió librarse de él por la vía del malditismo y del jArte justo en los años en que la gente joven pensaba en amor y flores. Y como muchos de los que sobreviven al malditismo (al jArte casi nadie sobrevive) luego se apuntó a la vena perdonavidas glamourosa. En fin, toda un jran vida.
Las cosas de la Velvet Underground en el entorno de Warhol y las canciones como fofas del primer Glam Rock tuvieron su gracia, y por eso os coloco hoy en el sPyPdB TRANSFORMER, su segundo álbum en solitario, 1972, producido por David Bowie.
Al año siguiente sacó un álbum llamado BERLIN (1973) que fue un rotundo fracaso. Cogió una historia de amor y yonkis de Berlín y la hizo canciones según la moda de la opera rock de la época. Y como un ferdadero Artista nunca se equivoca sino que es el mundo el que no le entiende, tropecientos años después, cuando el Artista está ya en los libros de Jistoria, a algún productor avispado se le ocurrió montar un concierto por todo lo alto para resucitar BERLIN y convertirlo en peñícula.
Pues bien, si el otro día acabamos viendo BLUE IN THE FACE, fue porque antes nos habíamos puesto BERLIN y a la segunda o tercera canción de este majno concierto se me abría la boca como a un hipopótamo y decidí que no era bueno echar a perder tan bonita noche.
Si buscáis por la RED leeréis que BERLIN es una obra maestra, ahhh, y tal y tal. Lou Reed no canta un pimiento y tiene un careto que comunica tanto como los vagabundos que tienen arrodeado mi barrio.
Pero en fin, es Jistoria. Tuvo su momento. Algunas de sus viejas canciones me gustan. Y además ¿quién soy yo para reescribir la historia sin tener un micrófono en la boca a la salida del quirófano?