Yo hace mucho que desconfío de los libros. Toda esa propaganda totalitaria de que los libros son buenos enuncia justo lo contrario de la pretendida libertad que los libros dicen otorgar: si los libros me hacen libre, déjenme opinar sobre si son buenos o malos ¿no? A estas alturas del reparto de poder entre la derecha y la izquierda, lo que parece estar claro es que el sector libros es territorio rojo (o rosa, o morado, como lo fue púrpura,.. que aún peor), de ahí que nadie se haya escandalizado por el cartelito con que la Biblioteca de La Rioja, con el sambenito de Almudena Grandes en su nombre, se ha descolgado para celebrar la muerte de Cervantes (en sentido literal y metafórico). Puño en alto, guante de raso y eslogan publicitario todo en uno. Válgame dios. Ya están los libros a la altura de los periódicos. O de la venta de colonias.
Lo de que el sector libros está totalmente en manos de la izquierda, incluso en su aspecto más capitalista, es decir, en el de la transacción de los mismos a cambio de dinero, lo decía Arcadi Espada en una nota perdida por algún periódico que el santo Abreu rescataba del barro y ponía en twitter:
Gracias Juan Abreu. en estos tiempos de propaganda totalitaria, los carteros de las verdades son tan necesarios, o más, que los descubridores de las mismas.
También fue gracias a las santas redes sociales que capturé este par de fantásticos cromos en los que los jóvenes castellanos comuneros de la última hornada aparecen disfrazados de batasuneros con pendón. Vuelve la boina. Con el puño en alto, claro. El de los libros.
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¡Todos lo tenemos! ¡Todos lo tenemos! ¡Al fin libres!