Imposible verla entera. Cuando el gran drama de una transexual en el mundo sórdido de la América profunda (Nebraska 1993) entra en el ámbito de los asesinos, la película se hace tan insoportable que preferimos quedarnos sin el final. Esta no es una película de asesinos, como la del otro día (ANIMAL KINGDOM), esta es la película de una víctima y además, de una víctima de verdad, porque la historia de Teena Brandon fue real como la vida misma. Así que te parte por la mitad. Te destroza. Siempre tiendes a pensar que lo hacen con fines didácticos, es decir, para que la gente se entere de que eso pasó de verdad y que es horroroso, y que no debería suceder nunca más. Pero como yo desconfío mucho de la gente del cine y de los media en general, más me creo que lo hacen para destrozarte a ti también. Y eso que no quisimos ver toda la última parte, es decir, cuando los asesinos toman el protagonismo y el ambiente sórdido de una sociedad cretina parece estar más del lado de los asesinos que a la víctima.
Como la protagonista, HILARY SWANK, lo hace maravillosamente bien, y como en occidente llevamos veinte siglos adorando a un dios asesinado cruelmente por una sociedad imbécil, nada más lógico que hacer de HILARY SWANK una diosa sPyPcin. Una diosa triste, tristísima, como el mismo Cristo en la cruz, pero diosa más que ninguna por tradición e historia. Diosa por amor.
No le pongo estrellas a la película (como tampoco le puse a Animal Kingdom) porque no sé si son buenas o malas. Más bien tiendo a pensar que son malas, que están hechas con la misma maldad de lo que cuentan, con la misma maldad que denuncian. Prefiero simplemente no recomendarlas. No verlas. Como la cosa aquella horrorosa que hizo Mel Gibson con la Pasión de Cristo. Porque las verdades profundas, como la de esta historia, no deben quedarse en las emociones momentáneas de una tarde de cine. Me da que han de recibirse en otros soportes y en otros niveles mucho más serios y serenos que el de un efectista montaje cinematográfico.