miércoles, 11 de septiembre de 2013

637. TODAS LAS MAÑANAS DEL MUNDO - 1991 - ALAIN CORNEAU



Desde la primera vez que vi esta película cuando se estrenó en los cines (1991) lo que más me interesó de ella no fue el rollo maravilloso de la música que a todo el mundo le encanta (véase críticas de filmaffinity) sino el tema de la cabaña que nadie en absoluto menciona. ¿Por qué un tío que tiene una enorme y maravillosa casa se hace construir una cabaña en el jardín para pasar allí la mayor parte del resto de sus días?

El caso es que ayer me encontré en la calle con el anterior director de mi Escuela, ya jubilado, y me contó que desde hace unos años estaba metido en una locura de proyecto: en la rehabilitación de una enorme casa de setecientos metros cuadrados, resultado de la unión de tres anteriores. ¿Jubilado y haciéndote una gran casa? dudé, y entonces le pregunté si había visto TODAS LAS MAÑANAS DEL MUNDO, porque cuando uno se jubila, cuando la vida te jubila, a mi me da que la casa que debe hacerse uno es una cabaña. No la había visto y al rato me pidió por mail sus datos para localizarla, con tal suerte para él (y para el lector que le interese) que hasta le pude pasar el enlace de youtube donde está.

No sé si la verá y le gustará, pero lo cierto es que nosotros volvimos a verla de nuevo, y digo de nuevo porque no sólo la vimos en los cines cuando se estrenó sino luego también en el 2008 cuando yo empezaba a dejar de ser músico.

Anoté entonces lo mucho que me cargó el asunto de la mística de la música al más alto nivel, es decir, toda esa impostura del artista que posee el don (Saint Colombé) y toda esa fe en la mística de la música de quien desesperadamente la busca (Marin Marais / Gerard Depardieu). Un par de personajes bastante melones que carecen de cosas tan elementales como el humor o la sencillez. Un par de personajes que en vez de llevarme hacia la buena música que trae la película, se interponen y dificultan el placer que me pueda causar.

Para mí que todo eso es encima falso. Que todo eso de la mística de la música es un invento del romanticismo que hemos heredado y engrandecido en esta época sin mística, y que en la época de Saint Colombé y de Marin Marais estaban muy lejos de pensar o de ser así.

Pero en fin, ya la he visto tres veces y no me importaría verla más porque sea por la cabaña, sea por la música, sea por la belleza de la casa y la campiña francesa, es un placer pasar una velada viendo cosas tan bonitas y sugerentes. Así que si mi presidenta me lo permite, le voy a dar dos** estrellas sPyPcin.

E incluso más. Voy a hacer diosas sPyPcin a las tres mujeres, aunque sólo sea por el mundo que representan: el de la belleza muda estática de una pintura (la esposa muerta y... aparecida con la música, ay ay,que se me cae una estrella...), CAROLINE SIHOL


el de la melancolía (la hija mayor) de una situación y de una condición humillante, ANNE BROCHET:


y el de la esperanza y la alegría: (la hija pequeña) a pesar de todo, CAROLE RICHERT


ambas dos perfectamente representadas cuando niñas por el encargado del casting:


Otros momentos magníficos de la película (que ayudan a sujetar la segunda estrella), el larguísimo primer plano de GERARD DEPARDIEU con que empieza sobre los a la vez sugerentes y estúpidos reproches  que les dicen sus profesores ayudantes a los alumnos de viola de gamba.


Y un fotograma (un instante) para no olvidar (siento no haber podido obtener uno mejor en la red): el de la orquesta que dirige Gerard Depardieu en Versalles. Magnifíco:



Pongo dos fotogramas más de la cara de tronado de JEAN PIERRE MARIELLE haciendo de Saint Colombé para apoyar mis argumentos...



... y acabo por donde he empezado, es decir, por la cabaña, el asunto que más me atrae sin lugar a dudas de toda la película.