La sensación que me causó MY SON MY SON, WHAT HAVE YOU DONE?, una de las dos películas que Herzog hizó en el 2009, fue de sorpresa. Y de risa. No sé vosotros, pero yo no me puedo tomar el cine de Herzog en serio. Su obsesión por los chiflados ha hecho de él otro chiflado. Y los rollos que suelta sobre la realidad o la verdad (citados en la presentación que de la película se hace en el blog de Arsenevich) son los delirios propios de toda esa gente (legión) que por amar tanto el cine ha acabado como una jaula de grillos.
Nunca me han atraído los locos (ni los criminales, las putas, los ladrones y toda esa patulea de gente que tanto atrae a la gente) pero el universo de Herzog y el ritmo de sus narraciones tienen siempre un halo poético que no me parece tan chiflado. Y lo mismo se puede decir de sus escenarios. La casa donde transcurre buena parte de la película, es todo un poema, y por eso la he puesto como imagen de apertura, porque cuando se me haya olvidado el grueso de la película, seguro que aún la recordaré.
Al loco que se atrinchera en ella, no tanto, por mucho que salga en la carátula de la película. Y es que Kinski no hay más que uno.
La madre del tronado, víctima de su paranoia, es del mismo palo y su mirada perdida o su sonrisa sardónica son tan teatrales como la propia representación de la tragedia griega que Herzog usa de soporte o de telón de fondo de su propia historia.
Pero los rollos de los animales, lo de la voz interior, las excursiones a Perú (otra vez), a una granja de avestruces, o la más sorprendente de todas, a un mercado de ovejas en China, son fragmentos de collage que más tienen de autonomía propia que de parte de la película.
Porque este tipo estará como una regadera, pero todo lo que pone en la pantalla parece que tuviera magia. Vaya como dato que la música es del mismo ERNST REIJSEGER al que descubrimos en THE WILD BLUE YONDER, solo que esta vez lo trae a escena en los ensayos de la tragedia griega.