miércoles, 23 de mayo de 2012
402. MI INTIMO ENEMIGO - 1991 - WERNER HERZOG
Recapitulemos: en las pasadas navidades nos regalamos FITZCARRALDO, y en semana santa, COBRA VERDE. Si yo siempre he repetido con Truffaut que el gran cine es el de la confluencia entre un gran director y una bella actriz, con HERZOG hay que admitir que la confluencia sea homosexual. Cada vez que ves el tandem HERZOG-KINSKY te deja hipnotizado. Fueron cinco películas las que hicieron juntos. Deberían venderlas en todas las librerías en una cajita mágica. Pagaría bien a gusto por ella. Estas cinco películas son
AGUIRRE, LA COLERA DE DIOS (1972)
NOSFERATU, VAMPIRO DE LA NOCHE (1979)
WOYSECK (1979)
FITZCARRALDO (1982) y
COBRA VERDE (1988).
Creo que ya conté que tras filmar esta última, Herzog se prometió cortar para siempre con Kinski. Habían llegado al límite de lo humanamente soportable -o más bien, lo habían traspasado demasiadas veces. En 1991 murió Klaus Kinski y en 1999, Werner Herzog rodó un documental sobre su relación con él titulado MI INTIMO ENEMIGO.
No es un gran documental, o mejor dicho, es un documental vulgar, como cualquier otro documental de la televisión. Pero trae ecos de esas cinco grandes películas y del encuentro entre un director de cine que buscó transmitir la épica del mundo en cada rodaje, y un hombre que prefirió ser actor antes que ser humano. Algo indudablemente excepcional. Aunque el momento más intenso de ese encuentro debió de ser el que se produjo cuando coincidieron casualmente en la misma pensión de Munich siendo Herzog poco más que un niño, que es donde arranca el documental. La coincidencia con el hombre-actor y el nacimiento de su vocación cinematográfica me parece que no lo cuenta Herzog como debiera. Seguramente porque prefiere que el protagonista de la película sea Kinski y no él. Y de ahí ese final tan poético de su íntimo enemigo y la mariposa:
Dice Herzog que así es como le gustaría recordar a Kinski. Vistos desde fuera, no es admisible que uno recuerde al otro, porque por mucho que le sobreviva, no tardará en desaparecer igual que él. Y lo que dejarán por los siglos de los siglos (no muchos, porque esto no puede durar mucho) es el recuerdo de su encuentro.