Poco se puede hacer ya en este país después de años de hundimiento sostenido (¿habrá que decir también sostenible...?/ "hundimiento sostenible", qué bonita definición de los últimos años de historia de España). Poco se puede hacer, decía, excepto pedir plaza en ese bote pintado con el nombrecito de LIBRESEIGUALES (mejor se hubiera llamado VIRGEN DE LA MACARENA) cuando en el manifiesto que le sigue no se deja nada claro en qué somos iguales y qué es lo que nos hace libres.
Es de suponer que todos los que firmamos ese manifiesto entendemos que la únicas libertades individuales posibles son las que nos damos en la construcción de un Estado de leyes y que la única igualdad que nos imponemos es la de serlo ante esas leyes, pero convendría decir esas cosas tan sencillas para no pensar que en siendo libres, todos somos (o vamos a ser) igual de buenos, de listos y de trabajadores (ideario de Podemos y de todos los comunistas que en el mundo han sido). Más bien al contrario. Cuanto más libertad nos den las leyes, más desiguales nos volvemos, y cuanto más iguales nos manden ser, menos libres seremos.
Pero en fin, no nos pongamos ahora a filosofar en el salón que el tejado se nos viene encima y hay que echar a correr por las escaleras. Vaya ahí mi firma de solicitud de plaza en el bote salvavidas o en la caja del camión de los condenados... -porque cuando el río está tan revuelto ya no sabe uno ni donde se monta. Entre una España deshecha por la connivencia de nacionalistas y políticos corruptos y una España bolivariana que viene a gobernar sobre los cascotes, me da que eso de firmar manifiestos suena a trinos de goloritos. Yo nunca había firmado manifiestos (poco importante que ha sido uno) y para uno que firmo es como naufrago o sentenciado. Pero bueno, mejor firmar que desaparecer en la oscuridad. Que por lo menos quede nuestra firma en algún lado, aunque el lado sea ese papel... digital... con promesas no especificadas de Libertad e Igualdad.