Acabado de leer la tercera entrega de William Ospina sobre el periplo de Pedro de Ursúa en las Américas con la sensación de ser un consumidor de bestseller. Una sensación fatal, por cierto: la de tirarse a lo fácil. Y es que leer a Ospina y dormitar de vez en cuando es como ver uno de esos programas de animalitos de la selva que echan a la hora de la siesta. Muy interesante todo, pero muy light.
Dice el autor en una nota final que el primer volumen de su saga, URSUA (sPyP 531), es una novela de guerras, que la segunda entrega, EL PAIS DE LA CANELA (sPyP 543), es un libro de viajes, y que este tercer volumen que la cierra, LA SERPIENTE SIN OJOS, quiere ser una novela de amor, lo que la hace las más floja de las tres. Porque fabular un amor entre un guerrero conquistador y una mestiza es una aventura más dificultosa que la de encontrar Eldorado. De hecho, no hay tal narración de amor ni nada que se le parezca y al final la novela es un constante deshacerse en florituras verbales para evitar contar esa tremenda expedición de Ursúa y Aguirre, cuya brutal versión cinematográfica, made in Werner Herzog, nos ha dejado para siempre privados de una visión más rica y compleja.
Sobre la mesa tengo las diferentes crónicas de Lope de Aguirre que ya comenté en el enlazado sPyP 531, pero leer en castellano antiguo me da tal pereza que no os extrañe que al final me haya dejado llevar por lo más fácil.
Tampoco me ha hecho viajar mucho la lectura del segundo descenso por el Amazonas. Debería de haber visitado Trujillo, donde vivió Inés de Atienza pero tan sólo me he sentido atraído por las ruinas de Chan Chan, la ciudadela de barro cercana a Trujillo que el autor cita como de pasada para dejar constancia de un pueblo anterior a los incas o dominado por éstos.
Sobre el punto de partida de la expedición, Santa Cruz de Loreto, lo busco en Google y no marca más que un punto en la selva.
Machifaro, el lugar donde Aguirre y sus secuaces asesinaron a Ursúa no sale ni en el mapa. Y a Barquisimeto o el Tocuyo, últimos lugares a donde llegó Aguirre, al norte de la actual Venezuela, tampoco he tenido muchas ganas de ir, tan vaga es la narración de su final. Lo único que he encontrado por la red es que Aguirre no siguió bajando por el Amazonas sino que subió por el río Negro hacia el norte, lo que contradice una vez más el mapa que Ospina pone en las contraportadas de su libro, ay.
Bueno, pues eso, que antes de ir a Colombia estas navidades habrá que releer el URSUA, o quizás mejor LA CONQUISTA Y DESCUBRIMIENTO DEL NUEVO REINO DE GRANADA de Juan Rodríguez Freyle que compré en febrero cuando estuve en el Museo de América de Madrid, y dejar dormitar los otros dos volúmenes de Ospina en la librería hasta que alguien me los pida para echar una siesta con rumores tropicales.