La cárcel parece estar dando alas poéticas a Junqueras. Como saben, en la última exhibición de democracia interna de nuestros partidos patrios, ha nombrado sucesora a su compañera Marta Rovira
Y lo ha hecho con el poético argumento de que también la República tiene nombre de mujer.
El argumento no es de mucho calado, porque también la Monarquía tiene nombre de mujer
Y ya puestos, la Democracia, ah ah, también la Democracia tiene nombre de mujer.
Llevamos años, qué digo años, décadas ya, anteponiendo la condición de mujer a la condición de seres humanos / personas. Como si ese rasgo fuera un valor añadido al de su mero valor personal.
Yo no sé si ustedes son tan adoradores como yo de la belleza femenina y tan escépticos con nuestro sistema parlamentario, pero en los últimos tiempos, cada vez que veo la sesión de algunos de nuestros parlamentos y el papel "moderador" de sus "presidentas" (ya sé que no se puede decir ese palabro pero admitánmelo por una vez), me entran ganas de hacerme gay.
Y no precisamente por tipos como Junqueras.