No he conseguido averiguar en qué "fortaleza" de Ingolstadt se encontraron como prisioneros de la Primera Guerra Mundial el teniente ruso Mijail Tujachevski y el ya capitán francés Charles de Gaulle, dos jóvenes militares que intuyeron (como el teniente Jünger) que la industrialización iba a cambiar el formato de las guerras. Las defensas militares de la ciudad de Ingolstadt fueron tradicionalmente tan sólidas que fue la propia ciudad la que durante mucho tiempo recibió el nombre de "fortaleza". En mi primera visita a Ingolstadt me quedé admirado de las tres construcciones militares que Leo Von Klenze construyó en la margen derecha del Danubio en 1828. Una abierta, en semicírculo, la que muestro arriba, y otras dos cerradas que flanquean a la primera.
Cualquiera de las tres, especialmente las dos que tienen un patio interior, pudieron muy bien haber sido habilitadas como prisión militar, pero es muy posible que no fuera ninguna de ellas y que la imaginación nos juegue la mala pasada de poner su potente arquitectura al servicio de aquel fortuito encuentro.
La gloria de Mijail Tujachevski fue inmediata a su liberación pues su genio militar fue clave en muchas e importantes batallas del Ejército Rojo (o bolchevique) contra los Ejércitos Blancos (o anticomunistas) en la durísima guerra civil rusa que siguió a la Primera Guerra Mundial. Claro que, el cruel destino final de Tujachevski no fue la gloria sino la detención, tortura y ejecución que le hicieron Stalin y los suyos en la "gran purga" de 1937 y 38. No llegó a ver por tanto ese tipo de guerra de ataques relámpagos ("blitzkrieg") con el que los alemanes saltaron las defensas francesas de la línea Maginot como si fueran de mantequilla y en un visto y no visto se plantaron en París.
Unas defensas con las que Charles de Gaulle no estaba nada de acuerdo y que, según cuenta la wiki, fueron motivo de sus fuertes discrepancias con el mariscal Petain. De Gaulle tuvo la suerte de alejarse de Petain, poder pasar a Inglaterra y prolongar su brillante carrera militar y política hasta finales de los sesenta. A muchos jóvenes sólo les sonará De Gaulle por el aeropuerto que lleva su nombre al norte de París, pero en nuestra niñez era una de esas grandes figuras que gobernaban el mundo después de la Segunda Guerra Mundial.
Estremece pensar que esa insensatez humana llamada "guerra" pueda haber dado grandes profesionales de sus artes y estrategias. Pero puestos a situar su camaradería al margen de las causas a la que luego sirviesen, nada más lógico imaginar que su encuentro se produjera entre esos muros sobrios, amenazantes y de perfecta arquitectura de las fortalezas de la margen derecha del Danubio en Ingolstadt.
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Poco han durado mis imaginaciones... En español no era fácil averiguar la prisión donde se encontraron Tujachevski y De Gaulle, pero mi corresponsal en Ingolstadt se ha puesto a investigar rápidamente en la lengua del país y en un plisplas (porque Alemania es un país muy documentado) ha encontrado que no fue donde yo imaginaba sino en un fuerte llamado Prinz Karl situado a unos ocho kms del centro de la ciudad. Tomo prestada una foto de Panoramio (que aún funciona) y pongo la localización exacta en la pestaña del final del post.
Bueno, la realidad siempre es más prosaica que la imaginación pero esta otra arquitectura militar semienterrada con paramentos de ladrillo también asusta (!).