Los defensores de la gran literatura de las novelas de verdad le tenían mucha tirria a Raymond Carver, célebre escritor de relatos cortos sin apenas historia (planteamiento/nudo/desenlace) cuya producción o estilo fue llamado realismo sucio. El cine ya había inventado ese género o algo parecido con las denominadas "películas corales", es decir, puestas en escena de situaciones que se suceden unas a otras como en un larguísimo y ralentizado videoclip. A alguien se le debió de ocurrir que una película coral sobre relatos de Carver sería como rizar el rizo, y aunque directores para videoclips habría a montones, se ve que el afortunado en dirigir una cosa así fue Robert Altman. Por los actores no hubo que preocuparse, que en Hollywood hay a patadas. Y buenísimos.
Lo que está claro es que lo que menos importa de estas grandes ideas artísticas es el espectador, porque una película coral de relatos cortos sin historia puede durar todo lo que uno quiera. SHORT CUTS dura tres horas pero lo mismo podría durar seis. Ahora me pregunto si no sería esto el origen de las así llamadas SERIES en que parece haber caído el cine.
Nosotros la vimos en dos sesiones de a hora y media cada una (que somos muy clásicos) y pasamos un buen par de noches, pero también podríamos haberla partido en seis pedazos de veinte minutos. Como las tortillas de patata. O dicho de otro modo: Shortcuts no es una castaña pero puede ser una patata.
Pongo de ilustración y para el recuerdo una serie de fotogramas como podría poner otra serie cualquiera, que tanto da. Y puestos a poner, le ponemos una* estrella sPyPcin porque nadie duda de que está bien hecha pero a ver si espabilamos y empezamos a huir de películas corales.
(Quizás la escenita más tonta de la película sea la de la pelea entre el médico y Julianne Moore enseñando su pelirroja pelambrera de la entrepierna. Para desencantar a los espectadores sobre estos atractivos femeninos, Altman probó también a mostrar la pelambrera de una ahogada en una historia de pesca esperpéntica. Shortcuts está llena de sexo (mucho más oral que visual) pero es un sexo tan tonto o tan poco interesante que más que a invitación mueve a rechazo. O aún más: yo diría que mueve al rechazo de toda una forma de vivir y relacionarse. Y, por supuesto, a esa forma de contarla).